Invocando la ayuda del Señor, nos
disponemos a preparar nuestra oración de mañana. Saboreando aún este día de
Nuestra Señora del Pilar, a Ella la invocamos y también le pedimos nos alcance
la luz y fuerza del Espíritu Santo.
Vamos a detenernos hoy en cada paso de
Jesús que nos muestra el Evangelio. Es el pasaje de la curación de los diez
leprosos.
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- Jesús pasó por… se acerca a la
periferia de los corazones (en este caso diez enfermos de lepra).
- Le solicitan compasión… Jesús
veía de qué era necesario sanarles; a veces, si estamos atentos, alguien
nos pide ayuda y buscando apoyo en Dios, veremos el mejor modo de hacerlo.
- Al verlos les dijo; no
rechacemos mirar a la necesidad de quien nos solicita
para decir una palabra.
- Id a presentaros;
Jesús vincula aquí, el poder de su acción a la obediencia (las causas
segundas que dice el P. Morales). Por ello, el fruto de la confianza y
obediencia a Jesús les trajo el que quedasen limpios.
- Uno, al verse sanado, regresó;
agradezcamos el vernos mejorados de…Todo es un don. Volvernos, sobre
nuestros pasos, hacia El y dedicarnos a “alabar a Dios a grandes voces”
(es decir, no callar la misericordia que El ha tenido con nosotros).
- Se inclinó hasta el suelo;
signo de humildad profunda y agradecimiento
El profundo amor de Jesús que cura a
diez, es tan delicado que esperaba el agradecimiento de todos ellos ¡pobre
Jesús, sólo vino uno!. No quiere que sus dones “se tiren”; recordamos cuando en
la multiplicación de los panes dijo; “recoged las sobras, que no se tire nada”
(no tirar los milagros de su amor). Por ello, el fruto de su amor incondicional
no lo desperdiciemos. Volvámonos constantemente a dar gracias.
Podemos profundizar; hay un bien
derramado que hasta el fin del mundo no nos bastará, a los humanos,
a recoger; la preciosa sangre de Cristo en la cruz. Esto lo descubrió Teresita
y quiso permanecer allí para recoger y derivarla a todos los corazones “en
forma de rosas”.
Preparamos el día de mañana agarraditos
de la mano de la Virgen; hoy fiesta del Pilar y mañana, d.m., la consagración,
en Roma, del mundo, al corazón inmaculado de María. ¡Ahí es nada!. Si has ido
al Pilar de Zaragoza lo que impresiona, antes y después de acceder al inmenso
edificio, es que el motivo del mismo viene a ser lo más pequeño; me refiero a
la pequeña imagen de la Virgen. Ella, siempre, haciéndose la más pequeña;
escondiéndose y el Señor en levantar para Ella una casa inmensa; un millón de
corazones que la buscan en lo más escondido.
Otro acontecimiento nos estremece, hoy,
de emoción; la canonización de 522 mártires, hermanos nuestros (en la fe y en
la sangre).
Nuestra oración de hoy se basa en dos
miradas; a María y los testigos de Cristo.
Una actitud; agradecimiento profundo y
constante por tanto bien recibido