1. Ven Espíritu Santo, te estamos esperando. Nuestro Señor Jesús nos ha dicho que cuando vengas nos guiarás hasta la verdad plena. Ven, Espíritu de verdad.
2. Santa María, Maestra de oración, que guardabas todas las cosas en tu corazón para que fueran pasadas por el amor de Dios que anidaba en él, enséñanos a orar y de paso enséñanos a amar.
3. Ahora que tenemos reciente la obra musical sobre san Pablo es fácil hacer una composición de lugar. El discurso en el areópago de Atenas es una de nuestras canciones (vale cantarla como musiquilla de fondo). Hoy, las lecturas de la Misa nos lo traen a nuestra meditación. Dicen autores modernos y comunicadores de masas que este discurso es una de las obras maestras de la oratoria.
Empieza hablando directamente a los atenienses de lo que conocen para de ahí explicarles lo que no conocen. En un magnífico diálogo de fe y de cultura, Pablo los va llevando de los dioses antiguos al verdadero Dios. Un Dios que para ellos es desconocido y que Pablo se empeña dárselo a conocer. ¿Conocen a Dios nuestros compañeros? ¿Estamos dispuestos a dárselo a conocer?
Pablo conocía muy bien a Jesús porque lo había encontrado un día camino de Damasco, pero más todavía porque pasó los primeros años desde su conversión estudiando sobre él y rezando con las comunidades cristianas primitivas. Los apóstoles ya habían recibido el Espíritu Santo y ahora todos los que se iban acercando a ellos lo iban conociendo también. Pablo, no sólo lo recibe, sino que es instrumento para que lo reciban libremente todos los gentiles.
Es el Espíritu el que nos da a conocer, por tanto, a ese Dios desconocido. Pablo, tú y yo, sólo tenemos ese camino. Por eso es tan importante invocarle y pedir que venga sobre nosotros. El próximo Pentecostés del domingo 31 de mayo, ojalá que sea una vendaval en nuestras vidas y en nuestra Milicia. Depende de que lo pidamos todos estos días.
¡Ah, y eso sí, orando con María!, como los apóstoles, que no se separaban de ella ni un momento, porque ella sí que conocía bien al resucitado, a Jesucristo, y ella sí que sabía recibir bien al Espíritu Santo; fue la primera en recibirlo un día en Nazaret, y quedó hecha su Esposa.
4. Te queremos conocer profundamente, Jesús, hijo de María, resucitado, que nos dijiste que nos enviarías el Espíritu Santo para ayudarnos en ese conocimiento. Aquí nos tienes dispuestos a dar discursos si es necesario, aunque tengamos que sufrir las risas de tantos filósofos que no quieren ni oír hablar de tu resurrección. Pero algunos acabarán creyendo como Dionisio el areopagita, Dámaris..., Pepa, Susana, Pedro, Yasmina, Kevin Eduardo, Kamila...