En esta lectura de los Hechos de los Apóstoles, de hoy, descubrimos con claridad que el Espíritu Santo se comunica con fuerza irresistible a las personas que hacen silencio y ayuno, que se acercan, y esperan amando. De aquí la importancia que tiene para avanzar en esta escuela de oración iniciarla en la presencia de Dios.
El salmo 99 de este día también nos impulsa a entrar y permanecer en la presencia de Dios. “Aclama al Señor, tierra entera” repetimos.
Nuestra oración ha de cumplir las condiciones que nos indicva este salmo:
- para bendecir al Señor con todo el corazón
- Permanecer en su presencia, acompañarle en el sagrario y sacar fuerzas para, servir, ayudar a las personas con las que me encuentre en este día.
- Para llegar a Él debo de caminar, penetrar en el santuario y permanecer en su presencia cantando y dando gracias.
¿Cuál es el motivo por el que debo de bendecir, aclamar al Señor, permaneciendo alegre en su presencia y dar gratis a mis hermanos los dones recibidos en la oración?
Las razones las encuentro también en el salmo. Describe las actitudes del Señor con respecto a sus criaturas: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades”. Justamente describe nuestras propias carencias. Nos podemos definir precisamente por nuestra infidelidad hasta en las cosas más pequeñas, somos miseria pero no aceptamos con facilidad las limitaciones de los demás. El pecado y la concupiscencia ocultan la bondad.
Y para terminar un texto del evangelio de hoy. “Recordar lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; sin han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”. Para no olvidar que somos del bando del crucificado y no podremos llegar a la luz sin pasar por el sufrimiento.
Súplica: Santa María, en este mes de mayo, alcánzanos el don de la alegría de la Pascua.