23 septiembre 2012. Domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

S. Juan Clímaco exhortaba a sus discípulos a orar con un método sencillo, basado en la Palabra de Dios: “Si quieres aprender a orar, toma un texto y escoge un límite de tiempo”
Es lo que nosotros hacemos normalmente en nuestra oración personal, tomamos el Evangelio del día, y luego reservamos un tiempo para orarlo... Entonces, el Espíritu Santo, maestro de oración, nos va introduciendo poco a poco en el misterio de Dios y de su vida.
El Señor ya había advertido a sus discípulos de que se cuidaran mucho de “la levadura de los fariseos y de Herodes”, pues el deseo de poder es de todos y de siempre…
Sin embargo, parece que hoy el Evangelio nos abre una ventana interior sobre los doce, y nos descubre que a pesar de todo “soñaban” con el poder y lo que el poder supone o significa…
Si Cristo ha renunciado a un poder terreno y a una gloria mundana, significa que todos los que a lo largo de la historia intentemos seguirle de cerca o de lejos.., también tenemos que dar por hecho esta renuncia… Es más, se nos pide que transformemos nuestros deseos ocultos de poder, en actitudes de servicio y de entrega a los demás… Solo así nos libraremos de esta tención universal…
Si nos fijamos en la primera parte del Evangelio de este domingo.., ¿Verdad que nos resulta un tanto grosero, que después de que Jesús anunciara una vez más su muerte.., los discípulos se pusiera a discutir entre ellos quien era el más importante…? ¡Es para no salir de nuestra admiración y sorpresa…!
Pero cuidado.., ¡cuantas veces estando a la cabecera de un ser querido que está a punto de marchar a la eternidad, no surgen preguntas.., diálogos.., o discusiones sobre los bienes de quien agoniza y el como y el cuando se deben tocar... ¡Que incongruencia! ¡Que sin sentido…! ¡Pero que actual…! Y no obstante, lo más seguro es que alguien podría argüir razones de un enorme peso específico para hacerlo…
Es necesario separar constantemente en nuestra vida lo que corresponde a la realidad de lo terreno y lo que corresponde a la realidad de lo celestial… Porque de lo contrario lo terreno se impondrá sobre lo celestial, por ser más pragmático o tangible…
Viene entonces el Señor a recordarnos que en la lógica del Reino de los Cielos el más grande es el que asume el último puesto, y el que sirve… El discípulo si quiere hacerse agradable a los ojos de Dios, deberá hacerse pequeño como un niño y aparecer ante los demás con la sencillez de los pequeños.
Pensemos que los niños en tiempos de Jesús no ocupaban el lugar de atención del cual hoy disfrutan.., entonces no interesaban.., no contaban a nivel social.., y eran molestos…
¿Qué pretende Jesús con todo esto? Nada más ni nada menos que hacer entrar a sus discípulos en un estilo de vida y en una forma de relacionarse. Hoy como ayer necesitamos liberarnos de esa dinámica social donde lo más importante es el poder.., el dinero.., y la fama.
Cambia mi corazón Señor; sólo tú puedes liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, sólo tú puedes sanar su orgullo y hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el ultimo lugar, ese que nadie desearía quitarme.”
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Actuales ruinas de Cafarnaún y Mar de Galilea. Casa de Pedro

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