Petición: Señor, que quiera seguirte en pasar toda
injuria, toda incomprensión, toda humillación.
Puntos para la
reflexión:
Las lecturas de
este día, recién celebrada la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz y
Nuestra Señora de los Dolores, vuelve sobre el misterio de la Cruz. Desde la
primera lectura en el que el profeta nos muestra con realismo cómo será el
sufrimiento del siervo de Yavhé, hasta el mismo Jesús, que nos augura su futuro
padecimiento en la Cruz y nos anima a ser discípulos suyos… tomando también
nuestra cruz.
Pero, ¡cómo nos
cuesta aceptar ese camino! Lo vemos en cada uno de nosotros cuando nos toca
sufrir, especialmente si es injustamente. Y lo vemos en Pedro, que se revela
así a Jesús y le quiere apartar de ese camino.
Pero Jesús nos lo
advierte claramente. No hay otro camino para ser cristiano, no hay otra forma
de seguirle, no hay otra manera de ser discípulo.
Aquel que quiera
seguirle, que tome su cruz, esa que todos tenemos, esa que el mismo Cristo cargó,
porque Él cargó también con nuestra cruz. Y que le siga.
Porque, a fin de
cuentas, eso sí, será una cruz más suave y llevadera, porque él la lleva con
nosotros, porque él la lleva por nosotros, porque simplemente estamos con él.
Para la
oración:
Podemos renovar
en nuestra oración personal el ofrecimiento que Ignacio de Loyola pone al final
de la meditación del Rey Eternal:
Eterno Señor de
todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante
vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los
sanctos y sanctas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi
determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de
imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual
como spiritual, queriéndome vuestra sanctísima majestad elegir y rescibir en
tal vida y estado.
Sí, hoy queremos
renovar nuestra voluntad de seguir a Cristo en pasar todas injurias y todo
vituperio y toda pobreza… ¿Seremos capaces de pronunciar hoy esta oración
contemplando a Cristo Crucificado? Mejor dicho, ¿quién tendrá un corazón tan
frío que no quiera asemejarse a Jesús y pasar por lo que él pasó?
Así, ante Cristo,
actualizar y agradecer las veces en que se han reído de mí, he sido
incomprendido, o postergado por ser cristiano. Las veces en que siento que se
ha cometido una injusticia conmigo. Las veces que he sido otro Cristo.
Y con todo esto
tener un coloquio con Jesús en la Cruz.
Y
María, siempre al pie de la cruz de sus hijos, de la de Cristo y de la mía.