13 septiembre 2012. Jueves de la XXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy vamos a preparar la oración de mañana con los textos del evangelio de Lucas. Evangelio que daría para meditar mucho por su abundante doctrina.

En presencia del Señor y de la mano de María nos dejamos conducir por el Espíritu. Anoto como, en un abanico, las frases destacadas por si a la primera nos invitan a orar

Amad, haced el bien, orad; presenta tu mejilla al que te hiere.
Si te roban, dale el doble; amad a vuestros enemigos.
Prestad sin esperar nada; ser compasivo como el Padre.
No juzgar, no condenar, perdonar, dad.
La medida que uséis la usarán con vosotros

Me detengo en el texto: “¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada…”

¿Quién puede tener estos sentimientos nacidos del amor respecto al que obra contra nosotros? Muy pocas personas y en pocas ocasiones. ¿Quién amará pues sino el que se siente desbordado por el AMOR? Y, ¿cómo se siente, se acoge y se expresa la persona llena de Amor? Según las palabras de Cristo, el que sus actos siempre se realizan con esa expresión (y no reacciona en la medida ni la forma de la ofensa). Por ejemplo si alguien me traiciona y busco rezar, presentarla al Señor y pedir la gracia de perdonar... Esta es la lógica del Amor pues pone su interés en que esa persona llegue a cambiar y deje de hacerse daño y no tanto en lamentarse con la ofensa recibida.

¡Es duro, difícil y desafiante este mensaje (para nuestra apatía y comodidad de espíritu)!

Conocemos personas que han comprometido su vida con estas palabras del Señor. No son de otro planeta y entendemos que es posible. Estamos aquí, orando, meditando, recogiendo el corazón para interiorizar este evangelio. Si acogemos esta palabra en el interior pidiendo gracia, El hará que fructifique (perdonemos, amemos al enemigo…) a su debido tiempo.

Os invito a alzar un poco más la mirada; pensemos en el Padre del Cielo cada vez que somos ofendidos y que sus palabras resuenan en nuestro corazón invitándonos a perdonar, no juzgar, amar al enemigo. Cuando somos ofendidos por cualquier motivo pero, sobre todo por el hecho de ser cristianos ó porque defendemos sencillamente la verdad…nuestro sufrimiento no lo es también en el Padre? Si reaccionamos con violencia, desaire ú odio ¿no le dañamos nosotros aún más, pues tanto nos ha regalado?

Nos encaminamos a celebrar la exaltación de la Santa Cruz (día 14). Jesús en su cruz, callaba por fuera y por dentro rogaba al Padre. Trató con todo amor a los compañeros de condena y esa actitud curaba su propia alma de la amargura y el abandono en que vivió los últimos momentos de su vida.

Santa María estaba recogiendo la sangre, al pie de la cruz, que se vertía (sangre toda enamorada). Sangre, en pago de las ofensas que le hicieron. Ella se dejó, por ser una con el Hijo, desgarrar el corazón para que tú y yo aprendamos; “Amad a vuestros enemigos”.

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