9 septiembre 2012. Domingo XXIII del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

31. En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis.

Decápolis

Región geográfica y confederación política formada por «diez ciudades». Las grandes urbes eran de cultura griega, aunque también existían pequeños núcleos de población judía.

Entre las ciudades más importantes, cabe destacar: Gerasa, Pella, Gadara, Hipos...

Estas ciudades helenísticas tenían templos dedicados a las divinidades griegas, teatros, hipódromos, baños, anfiteatros...

Aunque la Decápolis limitaba con la región de Galilea, dependía de la administración política de Siria.

Las regiones de Decápolis y Galilea eran zonas en las que convivía la cultura

griega y la judía.

Jesús de Nazareth realizó en estas ciudades numerosas predicaciones y curaciones.

Jesús de Nazareth vivió un ambiente social donde se fundía la cultura griega y la judía, creando un espacio de tolerancia y apertura. No ocurría lo mismo en la ortodoxa Jerusalén, dominada por el integrismo judío.

En las imágenes: Restos arqueológicos de la ciudad de Gerasa (Decápolis).

La famosa Plaza Ovalada

el Teatro

La famosa Plaza Ovalada y el Teatro

 

32. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

  • Por la lectura de los versículos 32, 36 y 37 podemos deducir que Jesús está rodeado de no poca gente…
  • Su paralelo en Mt. 15,29-31 describe los muchos milagros que entre esa gente necesitada hizo el Señor:
    • “Acudió a él mucha gente llevando tullidos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies y él los curaba.” (Mt. 15,30).
  • Es curioso, pero S. Marcos solamente selecciona uno de esos milagros…
    • El hombre que le presentan padece una doble minusvalía. Primero era “sordo” y en segundo lugar, “apenas podía hablar”. Así que la gente que lo llevaba, le pidió a Jesús que le impusiera las manos, entendiendo que era la fórmula o el introito de un posible milagro…
    • El poner las manos sobre alguien era algo bueno…
    • Significaba una forma de transmisión de poderes por parte de la persona que las imponía (cf.: 1 Tim.4,14;5,22; 2Tim. 1,6).
    • Pero también se daba una transferencia diferente, si leemos Lv. 16,21.
    • No obstante Jesús va a hacer algo nuevo y diferente…
      • Cuando Jairo le hizo una petición similar (Mc.5,23), vio como el Maestro hacía algo distinto, demostrando un amor más personal y mucho más tierno (Mc.5,41).
      • Y así haría en el caso presente.
    • Dios es el siempre otro.., y tenemos que aprender.
      • Como Naamán tuvo que aprender esta gran lección (2Rey. 5,10-14).
      • Como la aprendió Jacob, mucho antes (Gn.42,36; 45,25-28).
    • No intentemos decirle a Dios la forma en que debe responder a nuestras oraciones.., y menos donde debe poner la mano… Su forma y maneras siempre son mucho mejores que las que nosotros pensamos.., queremos.., o pedimos…
    • Jesucristo ama a la gente en multitud, se conmueve con ella (Mc.6,34), pero también la ama en particular, sobre todo cuando se fija en uno en concreto, de los que forman esa multitud.

33. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. 34. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: - «Effetá», esto es: «Ábrete.»

  • Notemos las seis hechos que contiene estos dos versículos:
    • El primero: Lo llevó aparte, sacándolo de la multitud…
      • ¿Lo hizo para que la persona se sintiera menos incómoda, menos distraída, y más en Cristo…?
    • El segundo: “Le metió los dedos en los oídos” Cristo no le hace preguntas que no pueda oír y que le hagan sufrir su limitación y pobreza… Actúa directamente…
    • El tercero: Jesús escupió, probablemente en su propio dedo, y con el dedo así mojado toco la lengua de aquel hombre. Cristo vuelve a hacer lo mismo cuando restaura la visión de un ciego, pero en los ojos. (Mc. 8,23).
    • El cuarto: “Y, mirando al cielo” le indicó que su ayuda venía de lo alto…, de su oración al Padre… (Jn.11,41).
    • El quinto: “Suspiró” Quiero entender, que con este gesto, Jesucristo vivía plenamente su condición de hombre. Las enfermedades de esa persona las toma como suyas. Siempre puso todo su ser en lo que hacía, pero sobre todo cuando entraba en contacto con el sufrimiento humano…
    • El sexto: y le dijo: - «Effetá», esto es: «Ábrete.» El arameo era la lengua materna de Jesús. Pensando S. Marcos en sus lectores no judíos, traducirá el término…

35. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.

  • Sus oídos se abrieron inmediatamente.., y su lengua dejó de tener dificultad para hablar… Todo en un instante…

36. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

  • El no había venido a este mundo a ser un Taumaturgo, un obrador de milagros.., sino el Salvador de los hombres…, y en este momento de su vida, esto adquiere una mayor importancia y énfasis…
  • Pero no obedecieron el encargo…

37. Y en el colmo del asombro decían: - «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

  • Creo que la lectura de este versículo puede hacernos caer en la cuenta de que se necesita algo más que admiración o entusiasmo para ser un verdadero discípulo de Jesucristo.
    • ¡Cuántos son los admiradores de Cristo que se han perdido…!
    • La verdadera identificación del discípulo nos la revela Juan. En el capítulo 15, verso 14: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando…”
      • ¡Cuantas veces hacemos todo lo contrario…!
    • Este versículo también nos muestra de que S. Marcos era consciente de que el suceso que relataba era uno entre muchos…
    • No olvidemos tampoco, de que con este hecho y otros que estaban sucediendo, las profecías se estaban cumpliendo (Véase Is. 35,5,6).

*

Que nuestra oración en este domingo XXIII del Tiempo Ordinario, contemplando el evangelio que nos presenta la Iglesia, nos anime a poner ante Dios nuestras limitaciones y pobrezas, nuestras enfermedades y miserias, para que Él nos muestre sus más íntimos sentimientos y sus más profundos designios de curación sobre nosotros. Que así sea.

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