4/9/2012, Martes de la XXII semana de Tiempo Ordinario


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, 10b-16)

Hermanos: El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque lo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo? » Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

Salmo responsorial (Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14)
R. El Señor es justo en todos sus caminos.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Sor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4, 31-37)

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los bados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: -« ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? quién eres: el Santo de Dios.» Jesús le inti: -
«¡Cierra la boca y sal!» El demonio ti al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: -« ¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

Oración colecta

Dios todopoderoso
de quien procede todo bien
siembre en nuestros corazones el amor de tu nombre
para que, haciendo más religiosa nuestra vida,
acrecientes el bien en nosotros
a con solicitud amorosa lo coserves.
Por nuestro Señor Jeuscristo.

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