Lo primero es imaginarlos la situación: un local rectangular, sin altar y en la parte delantera
un estrado para poder ver al orador. Jesús se adelanta con sencillez, pero no puede ocultar el imperio
que lleva dentro. Se pone de pie,
desenrolla uno de los libros de
la ley y lee un poco. Luego lo explica, pero enseguida se va por otros lados: Habéis oído que se os ha dicho: ojo por ojo y diente por diente, pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y en especial a tu cuñada y al jefe de tu oficina y a tu suegra y al novio que te dejó plantada y embarazada. Reza por ellos. No se basa en el antiguo
testamento, sino en Él mismo. ¿Y quién es Él para decir algo diametralmente distinto de lo del Antiguo Testamento? O mejor dicho, ¿cómo demuestra que está por encima del mismo? Porque por poder decir, cualquiera
puede decir cualquier cosa; ahora hace falta demostrar que lo dicho es
cierto. Él lo demuestra así: Yo
hago milagros en mi propio
nombre, luego yo soy Dios, luego conozco toda la naturaleza y al hombre
por
dentro y sé lo que es mejor para
el hombre, ¡lo hice yo!
¡AMA! ¡Ama y serás feliz!,
ahora,
dentro de un año, dentro de diez y dentro de doscientos,
porque vas a vivir todos esos años y más.
Ahora estás entrenándote para vivir amando
y a
partir de un
cierto momento seguirás viviendo
como has aprendido. Yo se me eso porque yo he bajado del cielo y
me
conozco todo.
Yo estoy sentado en las primeras filas y
me lo
dices a mí. Me miras y
me
lo dices.
Otros decían cosas basados en el texto del Antiguo Testamento que daba autoridad a lo que decían. Jesús habla con autoridad
proveniente de Él mismo.
Luego nos dice a todos, o mejor.
Como lo dice pensando en mí,
lo
escribiré en la forma
verbal
correspondiente: “Te voy a decir cómo hay que llamar al Dios, al Creador,
el Innombrable, al Todopoderoso. Hay que llamarle Padre. Es su nuevo nombre. Tú y yo somos hermanos
y los dos hijos del
mismo Padre”. Pero no contento con esto, poco después Él mismo le llama abba padre, padrecito
querido. Yo me sorprendo: ¿Dios es mi papá querido? He ido por la vida sin darme cuenta de ello.
¡Dios es mi Papá! Luego seguro que me está haciendo
regalos de continuo, me está acariciando física y
psicológicamente. Este es un buen momento para ver sus regalos. Los de hoy, los de ayer. Seria buen
momento para fijarnos en los pequeños detalles que tiene con migo. Seria buen propósito
para hoy fijarme en
sus
detalles y darle
las
gracias y si
te atreves: besarle psicológicamente la mano.
A continuación
pone un ejemplo
de
lo dicho.
Hay
un hombre poseído del demonio
y
hablando con autoridad le dice: “enmudece y sal de él”
y sale y se queda
sano.
Como
hombre, ama a
uno
al que ni siquiera conocía. Como Dios realiza un acto que sólo Él puede hacer. Como verbo del
padre, expresa en ese
hombre las ternuras de Dios.
María está sentada por la parte de atrás
(creo que las mujeres estaban así) y se le ensancha el corazón.
Ya
desde antes pensaba algo parecido
“socorrió
a María, parte de su pueblo, como
lo había prometido
a Abrahán y sus descendientes para siempre” y se acuerda de los regalos de hoy y de los de ayer
y se
siente tranquila
en los brazos de su
PADRECITO.
Jesús me
mira,
me guiña el ojo y me dice: ¿te gusta la madre que te ha regalado nuestro Papá? Eso
si que es una caricia que además sólo la sientes los católicos y pocos más.