18 noviembre 2015. Miércoles de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Al despertar, Señor, me saciaré de tu semblante”  Salmo 16
Después de despertar, me pongo en la presencia de Dios y aplicaré los cinco sentidos  para comunicarme con Él. Para hablarle como se hace entre dos amigos. Así lo hacía Moisés con Yahvé.
Este salmo nos coloca en esta disposición.
El Señor está mucho más despierto que yo. Pero me pide una actitud activa, atenta, llena de esperanza. Ahora, ya más consciente me hago propia esta estrofa del salmo:
“Señor, escucha mi apelación,
Atiende a mis clamores,
Presta oído a mi súplica,
Que en mis labio s no hay engaño”.

Escucha, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica. Mira que soy sincero, estoy muy necesitado. ¿De verdad es esta mi actitud cada día al empezar el día? Encomiendo al Señor todo el día,  todas mis ocupaciones y preocupaciones. A todas las personas con las que me toca convivir en el trabajo, en el estudio, en el transporte, el tiempo de descanso… y a todas las personas desconocidas con las que me cruce por la calle en este día…
¿Me esfuerzo  en descubrir el rostro de Dios, Jesús Encarnado en todas estas personas, con sus propias ocupaciones, sufrimientos y alegrías…?
En la siguiente estrofa del salmo, manifiesta un deseo que lo quiero hacer propio.  Constato  que mis pasos no fueron firmes en su seguimiento, pero mi deseo  es que:
“Mis pies estén firmes  en tus caminos,
Y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque  tú me respondes, Dios mío;
Inclina el oído y escucha mis palabras”.

Y terminamos pidiendo su protección a lo largo de todo este día.
“Guárdame como a las niñas de tus ojos,
A la sombra de tus alas escóndeme.
Pero con mi apelación vengo a tu presencia,
Y al despertar me saciaré de tu semblante”



Archivo del blog