1 diciembre 2015. Martes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

“¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!”: Con esta súplica del Adviento iniciamos nuestra oración, y procuramos repetirla a lo largo del día unidos a la Virgen de la esperanza. Dentro de una semana es la fiesta de su Inmaculada Concepción y el comienzo del Año de la Misericordia.
Escuchamos hoy en la primera lectura de Isaías la promesa del Mesías que va a traer la justicia y la paz universal. Es un gran poema mesiánico que anuncia al Salvador, ungido por el Espíritu del Señor, que hace justicia a los pobres y desvalidos y realiza el sueño de la paz. La profecía canta un nuevo paraíso, porque la paz se extiende a la creación: los animales se reconcilian entre sí y con el hombre, y el hombre está reconciliado con Dios: el conocimiento del Señor lo llena todo, como las aguas el mar.
Este esperanzador anuncio de los profetas comienza a realizarse en María Inmaculada. Ella, concebida sin pecado original, es el inicio de este mundo nuevo, es la aurora de la salvación: su fe virginal nos trae al Mesías. María es la puerta de la misericordia: “Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cf. Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón” (Misericordiae vultus3). Por eso queremos vivir el adviento muy cerca de Ella, para que interceda por nosotros y, como hijos suyos, seamos instrumentos de instrumentos de misericordia y de paz, preparando la venida del Señor.
Podemos unir algunas frases de la Palabra de Dios hoy con el mensaje que el Papa Francisco nos ha dejado en se reciente viaje a África como “peregrino de paz” y “apóstol de esperanza”:
“Juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados”. Esto ha pedido el Papa en un barrio marginal de la capital de Kenia: “Quiero llamar a todos los cristianos, en particular a los pastores, a renovar el impulso misionero, a tomar la iniciativa frente a tantas injusticias, a involucrarse con los problemas de los vecinos, a acompañarlos en sus luchas, a cuidar los frutos de su trabajo comunitario y celebrar juntos cada pequeña o gran victoria. Sé que hacen mucho pero les pido que recuerden que no es una tarea más, sino tal vez la más importante, porque los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”.
“El novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea”: El cuidado de la creación y la cultura de la paz están profundamente unidas: “Existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma (cf. Laudato si’, 118). En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación” (En Nairobi).
“El león comerá paja con el buey”: Comencemos por acercarnos y aceptar al que es diferente a nosotros: “En primer lugar, la unidad. Como todos saben, éste es un valor fundamental para la armonía de los pueblos. Se ha de vivir y construir teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión. La unidad requiere, por el contrario, crear y promover una síntesis de la riqueza que cada uno lleva consigo. La unidad en la diversidad es un desafío constante que reclama creatividad, generosidad, abnegación y respeto por los demás” (a las autoridades en la capital de R. Centroafricana).
“Está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar”: En la raíz de todo, la oración: “¿Por qué suceden las divisiones, las peleas, las guerras, las muertes, los fanatismos, las destrucciones entre los jóvenes? ¿Por qué existe ese deseo de destruirnos?...Manuel preguntaba, ¿cómo hacer para que un fanatismo ideológico no nos robe a un hermano, no nos robe a un amigo? Hay una palabra que puede parecer incómoda pero yo no la quiero evitar, porque ustedes la usaron antes que yo; la usaron cuando me trajeron contándome los rosarios que habían rezado por mí; la usó el Obispo, cuando presentó que se prepararon para esta visita con la oración. Y lo primero que yo respondería es que un hombre pierde lo mejor de su ser humano, una mujer pierde lo mejor de su ser humano, cuando se olvida de rezar, porque se siente omnipotente, porque no siente necesidad de pedir ayuda, delante de tantas tragedias” (a los jóvenes en Kenia).

Con María, la Virgen Inmaculada, preparemos la venida del Señor como nos está pidiendo el Papa. “¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!”

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