29 noviembre 2015. Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo C) – Puntos de oración

Con este domingo da comienzo el tiempo de Adviento, ese precioso periodo del año mezcla de esperanza y alegría. Y de todas las lecturas del día de hoy me quedo con estas palabras:
“Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”.
¡¡Tened cuidado!! Que sólo son cuatro semanas!! ¡¡Tened cuidado!! Que el consumismo de nuestro tiempo y los agobios de la vida pueden hacernos vivir como si Dios no existiera, distrayéndonos de lo más importante, la Navidad que se avecina. Y es que este tiempo lo establece la Iglesia precisamente para prepararnos para el nacimiento del Señor, el acontecimiento central.  Y ¿cómo prepararnos?: rezando con fe, viviendo con esperanza y ejerciendo la caridad durante estas cuatro semanas.
Pidiendo con fe, pues somos conscientes de nuestra debilidad y sabemos, quizás por advientos anteriores, nuestra incapacidad para cumplir nuestros buenos propósitos y vivir con coherencia. Necesitamos empezar este tiempo de adviento suplicando la fuerza del Espíritu para vivir con coherencia nuestra fe.
Viviendo los agobios de la vida desde la esperanza de sabernos amados, ¡y perdonados! ya desde antes de haberlo merecido. Sabiendo que el Señor vendrá, y “caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”. Porque el Señor viene para todos, también para aquellos que no le esperan. Un lazo de amor que no nos dejará caer al abismo, que acaso se haga esperar, pero que nos salvará de hundirnos (quizás en la mediocridad, quizás en la desesperación). Como hizo con San Pedro caminando sobre las aguas, o con la viuda de Naín caminando tras el féretro de su hijo, o con la mujer adúltera a punto de ser apedreada. La esperanza fundamentada  en la misericordia del Señor de la que nada ni nadie nos podrá separar.
Y, por último, ejercitando la caridad. Porque el amor, la caridad, es lo único que cuando más repartes, más tienes. Cuatro semanas para darnos a los demás renunciando a uno mismo, en cosas pequeñas, pero concretas. El ejercicio frecuente de la caridad nos hará tener el alma fresca y dispuesta, en actitud de salida, que diría el Papa Francisco.

“Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”.

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