Lo primero de todo ya lo sabemos: nos
ponemos en presencia del Señor. Podemos estar un buen rato si es necesario,
pero que entremos en contacto con el Señor. Él está ahí y me ama, quiere entrar
en dialogo conmigo.
Lo segundo que os propongo en la
oración de hoy es una oración por el padre de Luisma que acaba de fallecer.
Recordar a Luisma es una alegría, un goce porque ves a alguien que siempre está
preocupado de nosotros y todos sabemos que lo hace con abundancia, es muy
generoso. Así es el Señor; te crees que te va a dar una meriendita y te da una
gran cena. Desborda de dones y de gracias. Y como Luisma, te lo da alegre,
parece que le gusta cuidarnos. Y así es. Su alegría es nuestra alegría. Está
contentos viéndonos contentos.
Seguimos con la disponibilidad.
Siempre está ahí. Aunque no le veas él está. Notas que ha estado porque ya
están todos los paquetes preparados para que subamos al circo, y no salen por
generación espontánea. Se ha ido a comprar, ha buscado cosas apetitosas y
buenas, de eso doy fe porque he ido con él muchas veces, nos las trae y nos la
prepara. Es la cara maternal de quien nos quiere. Los detalles, el tiempo que
nos dedica, el buscarnos lo mejor… Ir añadiendo detalles.
La sonrisa. Ya lo dice el evangelio,
hay más alegría en dar que en recibir. Y en él se comprueba empíricamente. A mí
además me hace alegrarme, porque incluso cuando se te olvida algo, ves que algo
que te falta, yo no digo nada y se ofrece a solucionarme el problema y me
proporciona lo que me falta. Es otra manera de sonreír.
Y yo me pregunto por qué no vivimos
en este ambiente de resurrección, de alegría, de don y de gracia. Pues porque
no creemos, no pedimos. ¿No hemos comprobado que, cuando salimos de ruta por la
tarde, ya teníamos la merienda preparada? Pues ¡no va el señor a desbordar con
sus dones! No le decimos muchas veces anda échanos un batido más.
¿Por qué no confiar en el Señor, Él que se anticipa a la orilla y nos prepara
la comida, nos invita a su intimidad?
Vayamos a su encuentro, no tengamos
miedo, pidámosle fuerza si no las tenemos o estamos en baja. Si estamos
sobrados, que hable el corazón. La boca habla de lo que abunda el corazón. La
gente necesita encontrarse con verdaderos cristianos. Alegres, generosos,
disponibles, confiados, cariñosos, al quite, desprendidos, apostólicos, …