3 abril 2018. Martes de la Octava de Pascua – Puntos de oración


¡Aleluya, ha resucitado el Señor!
Nos conmovemos al celebrar, durante 8 días, este único acontecimiento. Con repercusión para la historia pasada, presente y futura. Para cada persona. También para ti y para mí.
“Al oír esto se les traspasó el corazón y preguntaban a los apóstoles, ¿qué tenemos que hacer?” La gracia actúa y produce una admiración, una apertura y un cambio hasta aceptar la vida nueva que es Jesús.
Canal de la gracia, especialísimo, es el sacramento de la confesión. Y la Eucaristía, que da vida renovada, donde sólo habría tierra seca y estéril. Gracia “de la voluntad de Dios” que nos viene a través de las personas que nos acompañan o nos guían en nuestro caminar.
Y, el evangelio de hoy nos muestra a la Magdalena, yendo a buscar “al que la muerte no pudo retener”. Su relación con el Señor pasa por un proceso que bien puede ser el nuestro:
1º) Donde Jesús nos encontró. Y llegamos a pensar que era un don nuestro. Esto nos hizo girar, desde El, pero sólo acabando en nosotros, sin apertura a otros.
2º) La ausencia temporal del don. Esto nos hace quedar desorientados. Entonces, hacemos caso, sólo a nuestras propias voces, sentimientos, ilusiones. Nuestra visión se vuelve reducida y distorsionada, “si eres el hortelano dime donde lo has dejado”.
3º) El Señor se apiada de nosotros. Pero ya para no ser retenido “mujer no me retengas”. Sino para ser testigos “anda, ve y dile a mis hermanos… ella fue y anunció… he visto al Señor y ha dicho esto”.
Somos llamados pues a una relación con Cristo, de discípulos y testigos.
De la Madre, gozosa y ya radiante de luz, escuchamos también: “anda hijo, ve a buscar a los demás”.

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