Que cada uno se revista de
sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los
orgullosos y da su ayuda a los humildes.
Mañana miércoles 25 de abril es
la fiesta de San Marcos, el autor de segundo Evangelio. Las
lecturas son las correspondientes a esta fiesta y en especial la segunda, que
es el final del evangelio, es bien bonita. Es cuando nos dice “id por
todo el mundo y predicad el evangelio”. Pero nosotros nos fijaremos en la
primera que es la que he copiado al principio: “que cada uno se revista
de sentimientos de humildad para con los demás”. Evidentemente
planteo este rato de oración por el método de tres potencias: recordar, pensar
sobre el tema y querer (pedir). Nos imaginamos que el Padre, origen
de todas las cosas, nos está diciendo a ti y a mí que nos revistamos de
sentimientos de humildad para con los demás. Otra traducción
dice: “la sencillez presida vuestras relaciones”. El Padre está
sentado en su trono, sencillo pero un poco más alto que los demás, y te dice
eso: sé sencillo y humilde en tus relaciones con los otros. Ahora viene la
parte de pensar ¿con qué otros tengo que buscar la humildad ¿Qué es ser
sencillo? O parecido a esto. ¿Qué es ser humilde? Qué es ser sencillo cuando
tratas con tu marido, con tu esposa, cuando estás con tus hijos, cuando tratas
con el jefe, con los que tienes a tus órdenes. ¿Qué es ser sencillo?
Todavía podemos avanzar un poco más y
pensar ¿Qué es ser sencillo cuando trato con Dios? El propio texto nos da una
pista cuando dice: “confíale todas tus preocupaciones”. Cuando yo
hable con Dios debo contarle sencillamente mis problemas y hasta lo mejor puedo
preguntarle por los suyos ¿Qué problemas tiene mi Dios? ¿Qué problemas tiene
Jesús?
Más emocionante todavía es ser
sencillo conmigo mismo. Ser sencillo con Vicente (ese soy yo) e interpretar
sinceramente mis propios deseos, mis propias dificultades, mis propios
problemas, mis intereses que podríamos llamar ocultos. Eso sí que es interesante.
Podemos acabar este apartado con una
conversación con Jesús o con el Padre o con la Virgen María para pedirles
sencillez eso tiene sus problemas el padre no solía decir en ejercicios que,
para conseguirla, pidamos humillaciones y fracasos. Bueno, pues ya sabes, con
humillaciones y fracasos aceptados se consigue la humildad. ¡A pedirla!
Pensemos ahora en el siguiente
apartado dice: “el diablo es vuestro enemigo y ronda como león rugiente
buscando a quién devorar”. No se lo dice a los pecadores. No se
lo dice a los malos, me lo dice a mí que también su pecador y que también soy
malo, aunque intento ser bueno. Eso me lo dice a mí. Ahora viene cómo intenta
devorarme el enemigo. Las reglas de San Ignacio son bien
interesantes para ver cómo me ataca. En la segunda regla dice: “A los
que van de bien en mejor subiendo (es decir tú y yo que intentamos
seguir a Cristo) les ataca mordiendo, metiéndoles tristeza, desaliento,
inquietando les con razones falsas”. Cuando a ti te funcione
algo mal por dentro, mira a ver si estás siendo tentado. Se nota porque estás
inquieto, triste con algunas razones, que en realidad son falsas. Dios no es un
Dios de tristeza. No sé si siempre tienes que estar alegre, pero cuando te pasa
algo duro y está Dios por medio por lo menos estás con paz. Yo te sugiero que
mires las veces que has estado triste o inquieto en tus últimos dos años porque
seguramente era una tentación del demonio. Mira y aprende, porque seguramente
la próxima vez que te ataque será por un procedimiento análogo.