«El que Dios envió habla las palabras
de Dios»
En este día de la segunda semana de
Pascua, al comenzar nuestra oración pedimos a la Virgen María, madre de la
primera comunidad y de la Iglesia, que nos ponga junto a su Hijo y así
mirándole y escuchándole nos dispongamos a entablar un dialogo de salvación con
Jesús. San Ignacio, en la primera contemplación de la cuarta semana que es
sobre la aparición de Cristo resucitado a su madre pide al ejercitante que
considere el “oficio de consolar que trae Cristo nuestro Señor, comparando
cómo un amigo suele consolar a otro”.
El Papa Francisco recientemente nos
ha regalado una nueva exhortación apostólica, es la tercera y esta vez trata un
tema fundamental para cada persona y para toda la sociedad: la santidad en el
mundo actual. Cada día en la oración renovamos el deseo del Señor de que todos
sean santos, porque el Señor nos eligió “para que para que fuésemos
santos e irreprochables ante él por el amor”. En el Evangelio de
Hoy leemos: “El que Dios envió habla las palabras de Dios”. Es
Jesús quien habla las palabras de Dios y ¿qué nos pide? Pues que seamos santos. “El
Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la
cual fuimos creados”. “Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con
una existencia mediocre, aguada, licuada”, escribe el Papa.
En la primera lectura se nos narra el
segundo interrogatorio que el Sanedrín hizo a Pedro y a los apóstoles después
de que estos seguían predicando el nombre de Jesús abiertamente en
Jerusalén. ¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre?
En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos
responsables de la sangre de ese hombre. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay
que obedecer a Dios antes que a los hombres. De alguna manera los
apóstoles viven la misma vida de Jesús y por lo tanto las dificultades y el
rechazo de muchos están presentes. “El siervo no es más que su señor. Si a
mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros” (Jn 15, 20). La
alegría de la Pascua incluye en sí la experiencia de la Pasión del Señor. Pero
no estamos solos en este combate, el Señor está de nuestra parte y el Espíritu
Santo que es el Amor del Padre al Hijo se derrama con abundancia sobre aquellos
que lo acogen con fe.
Precisamente en el Evangelio de hoy,
Jesús nos conforta con estas palabras: “EL que viene de lo alto está por
encima de todos”. De todas las circunstancias adversas y de todos los
poderes del mal. El cristiano no tiene que tener miedo a nada porque sabe que: El
Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee
la vida eterna.
Y terminamos con las primeras
palabras de la exhortación del Papa: «Alegraos y regocijaos» (Mt 5,12),
dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa.
Que la Virgen que está más que nunca
llena de gozo en estos días de Pascua nos acoja en su Corazón Inmaculado y sea
nuestro refugio y hogar en el cumplimiento de nuestro fin: tender con
todas nuestras fuerzas, sin abandonar en lo exterior el mundo que nos rodea, a
la propia santificación en la salvación de las almas, especialmente jóvenes.
Podemos concluir la oración con la
siguiente súplica del P. Morales a la Virgen durante la Pascua de Resurrección:
Inmaculada
Madre de Dios, alcanza a tu Iglesia el gozo de la Pascua: Fe creciente,
esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable, amor ardiente.