1. “Al llegar a Antioquía,
también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús” (Act
11, 19)
¡Cómo aprovecha el Señor las “circunstancias”
para hacer su obra! ¡Y aquí la “circunstancia” es la persecución provocada a
causa del primer mártir, Esteban! Gracias a la cual, dejan de “pescar en
piscina” como diría el Venerable P. Morales y se lanzan a “pescar tiburones”. Y
ya tenemos a Bernabé y a Pablo…y llegan a Antioquía donde los discípulos
comienzan a ser llamados por su verdadero nombre, el actual, el de Cristo,
CRISTIANOS.
Gracias, Señor, por actuar de modo
tan portentoso y por elegirme a mí como testigo que continúa tan gozosa experiencia.
2. “¡Esta es la ciudad que
fundó el Señor sobre las santas Montañas!” Salmo 87(86).
El salmista se deleita en cantar
porque “el Altísimo en persona la ha fundado». Qué más vamos a pedir. ¡Cómo se
enorgullece una ciudad con su fundador! Le levanta estatuas, dedica parques y
calles… Somos ciudad y ciudadanos fundados por el Altísimo, gracias, «todas mis
fuentes de vida están en ti». Soy un salmo vivo del Señor que requiere ser
cantado, compartido.
3. “Las obras que hago en
nombre de mi Padre dan testimonio de mí…El Padre y yo somos una sola cosa” (Jn
10, 22)
Jesús, qué clarito está todo. No se
puede decir más y nosotros seguimos a lo nuestro, a nuestra bola. Basta con
escucharte y con mirarte para saber que tu doctrina es de un humanismo
excelente ¡divino!, tu acción misericordiosa, llena de armonía, de paz, de
gozo, ternura nos revelan que el Padre está en Ti, que has venido a hacer su
voluntad, que sois “una sola cosa”.
Jesús, mírame, hazme tuyo. Padre
Nuestro, hágase tu voluntad. Madre, totus tuus.