Tomamos una oración del P. Morales
dirigida a la Madre de Jesús Resucitado: “Dios te salve, María, alcánzanos los
frutos de la Pascua: fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz
imperturbable, amor ardiente”. Son los dones que Jesús comunica a los
discípulos en sus apariciones: “Alegraos”, “No tengáis miedo”, “Paz a
vosotros”, “No seas incrédulo sino creyente”, “Id a decir a mis hermanos” …
El evangelio hoy nos dice una de las
frases más consoladoras de Jesús: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su
Hijo único, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna”. EL P. Raniero
Cantalamessa dice, comentando esta frase, que si por un milagro la Biblia
pudiera hablar, diría un único grito: “¡Dios os ama!”. Es el mensaje de la
Pascua: Dios nos ama hasta el punto de entregar a su Hijo a la muerte en Cruz
por nosotros, para resucitarle librándonos del pecado y abriéndonos las puertas
del cielo. Hoy puedo pedir en mi oración que este amor de Dios alcance mi
corazón y se grabe a fuego en él, para que nunca me separe de Jesús.
Más aún, la Pascua nos invita a ser
testigos de Cristo resucitado, con la valentía que mostraron los apóstoles
después de haber visto al Señor y recibido de Él la misión de ir al mundo
entero a predicar el evangelio. Hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles
nos muestra a esos discípulos que no se arredran ante la cárcel ni ante nada
que se oponga a su anuncio del evangelio. Salen de la cárcel y vuelven a
predicar al Templo, como si nada hubiera pasado, obedeciendo a Dios antes que a
los hombres. Yo quizás hubiera dicho: ya me han metido una vez en la cárcel;
esto se acabó. Pero el testimonio es más fuerte que la seguridad del testigo.
El evangelio nos dice que “el que
obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios”. Por el contrario, “el que obra el mal detesta la luz, y no se
acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras”. Hoy, los cristianos
somos los encargados de llevar la luz Cristo Resucitado al mundo. Recordemos
esa vela encendida del Cirio Pascual en la noche de la Vigilia Pascual. Si no
iluminamos con ella las tinieblas del mundo, los hombres que obran el bien no
podrán reconocer la verdad y acercarse a Cristo. Las tinieblas rechazarán esa
luz que llevamos y eso no debe extrañarnos, pero de nosotros depende que la luz
de la noche santa de Resurrección no se apague hoy. Pidamos a la Virgen los
frutos de la Pascua, amor ardiente, para llevar la luz de Cristo a nuestros
hermanos y no desanimarnos por ningún obstáculo, como los Apóstoles después de
la Resurrección del Señor.