1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia
de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración
preparatoria de Ejercicios (EE
46): “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2. Petición. Hacemos
nuestra la petición de la oración colecta para la memoria de San Francisco de
Borja: “Señor y Dios nuestro,
que nos mandas valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu ley; al
celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor,
enséñanos a comprender que nada haya en el mundo comparable a la alegría de
gastar la vida en tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.
3. Puntos para orar: Hoy celebramos la memoria de San Francisco de Borja,
(1510–1572), noble español, que renunció a todos sus títulos y bienes para
hacerse jesuita en 1546, a la muerte de su mujer. Ante el cadáver de la
emperatriz Isabel, esposa del emperador Carlos, se convirtió de una vida de
sincera piedad a una vida de búsqueda incondicional del seguimiento de Cristo.
Un hombre de altas capacidades para el gobierno que puso sus dotes al servicio
de la Iglesia, a la vez que se distinguió por su profunda humildad. Muy
mortificado y amante de la oración, fue General de la Compañía de Jesús entre
1565 y 1572, periodo durante el cual la Compañía aumento mucho en número de miembros y de colegios
y misiones en el mundo.
Para heredar la vida eterna la ley de Dios nos manda amar a
nuestro prójimo. Y el evangelio de hoy nos presenta a Jesús respondiendo a un
levita acerca de quién es nuestro prójimo. ¿Es acaso sólo nuestro familiar o
nuestro conciudadano? ¿Es sólo quien nos cae bien? El levita, judío de aquel
tiempo, imbuido de nacionalismo no lo tenía quizá muy claro. Como muchos de sus
conciudadanos y como yo quizá. Y Jesús salta las barreras de las naciones,
razas y religiones (los judíos consideraban herejes a los samaritanos y
viceversa) y afirma que mi prójimo es toda persona cercana (hoy todo el mundo
es cercano a través de los medios de comunicación) y que necesita ayuda. Y una
reflexión para mirar con atención a mi alrededor y ver en mi familia, trabajo,
relaciones, en mi andar por la calle cada día, a mi prójimo. En ver en todas
las personas que me rodean y con las que me cruzo y con las que me relaciono,
mi prójimo. Las palabras de Jesús son una llamada a que no me cierre en mis
intereses, para descubrir las necesidades de tantas personas como me rodean y
ver qué puedo hacer para ayudarlas. Y no me imagino al samaritano con cara
larga y diciendo ¡Justo a mí me tenía que tocar encontrarme al medio muerto
este! ¡Vaya mala pata la mía! Sino que no se hace problema y me le imagino
sonriendo al herido, cogiéndole con cuidado y hablándole al corazón,
infundiéndole confianza. Y conmoviéndose y rascándose los bolsillos, fue
prójimo del asaltado por los bandidos que lo habían desnudado, molido a palos y
dejándolo solo y medio muerto. Y en nuestro camino seguro que encontramos mucha
gente herida, sola y con necesidad de tantas cosas. Y Jesús nos pide que seamos
sus prójimos porque prójimo nuestro lo deben ser todos. Y la mayoría de las
heridas se deben a la falta de Jesús en la vida de tantos. Y mi labor de
prójimo es llevarle a la posada que es la Iglesia, especializada en curar
heridas a través de tantas personas e instituciones y especialmente a través
del sacramento de la reconciliación.
4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Avemaría.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he
recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver
dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer
examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y
proponerme algo concreto para enmendarlo.
6. Y un propósito: en estos días del mes de octubre, el mes del rosario,
rezarlo todos los días como un regalo a la Virgen por la conversión propia y de
todos los que me rodean. Prepararme así para vivir la fiesta, el próximo día 7
de octubre, de Nuestra Señora del Rosario, que da la victoria para tantas
batallas de cuerpo y alma.