3 octubre 2016. Lunes de la XXVII semana de T. O. – San Francisco de Borja – Puntos de oración

1.    Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios (EE 46): “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2.    Petición. Hacemos nuestra la petición de la oración colecta para la memoria de San Francisco de Borja: “Señor y Dios nuestro, que nos mandas valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu ley; al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor, enséñanos a comprender que nada haya en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.
3.    Puntos para orar: Hoy celebramos la memoria de San Francisco de Borja, (1510–1572), noble español, que renunció a todos sus títulos y bienes para hacerse jesuita en 1546, a la muerte de su mujer. Ante el cadáver de la emperatriz Isabel, esposa del emperador Carlos, se convirtió de una vida de sincera piedad a una vida de búsqueda incondicional del seguimiento de Cristo. Un hombre de altas capacidades para el gobierno que puso sus dotes al servicio de la Iglesia, a la vez que se distinguió por su profunda humildad. Muy mortificado y amante de la oración, fue General de la Compañía de Jesús entre 1565 y 1572, periodo durante el cual la Compañía aumento mucho en  número de miembros y de colegios y misiones en el mundo.

Para heredar la vida eterna  la ley de Dios nos manda amar a nuestro prójimo. Y el evangelio de hoy nos presenta a Jesús respondiendo a un levita acerca de quién es nuestro prójimo. ¿Es acaso sólo nuestro familiar o nuestro conciudadano? ¿Es sólo quien nos cae bien? El levita, judío de aquel tiempo, imbuido de nacionalismo no lo tenía quizá muy claro. Como muchos de sus conciudadanos y como yo quizá. Y Jesús salta las barreras de las naciones, razas y religiones (los judíos consideraban herejes a los samaritanos y viceversa) y afirma que mi prójimo es toda persona cercana (hoy todo el mundo es cercano a través de los medios de comunicación) y que necesita ayuda. Y una reflexión para mirar con atención a mi alrededor y ver en mi familia, trabajo, relaciones, en mi andar por la calle cada día, a mi prójimo. En ver en todas las personas que me rodean y con las que me cruzo y con las que me relaciono, mi prójimo. Las palabras de Jesús son una llamada a que no me cierre en mis intereses, para descubrir las necesidades de tantas personas como me rodean y ver qué puedo hacer para ayudarlas. Y no me imagino al samaritano con cara larga y diciendo ¡Justo a mí me tenía que tocar encontrarme al medio muerto este! ¡Vaya mala pata la mía! Sino que no se hace problema y me le imagino sonriendo al herido, cogiéndole con cuidado y hablándole al corazón, infundiéndole confianza. Y conmoviéndose y rascándose los bolsillos, fue prójimo del asaltado por los bandidos que lo habían desnudado, molido a palos y dejándolo solo y medio muerto. Y en nuestro camino seguro que encontramos mucha gente herida, sola y con necesidad de tantas cosas. Y Jesús nos pide que seamos sus prójimos porque prójimo nuestro lo deben ser todos. Y la mayoría de las heridas se deben a la falta de Jesús en la vida de tantos. Y mi labor de prójimo es llevarle a la posada que es la Iglesia, especializada en curar heridas a través de tantas personas e instituciones y especialmente a través del sacramento de la reconciliación.
4.    Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Avemaría.
5.    Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

6.    Y un propósito: en estos días del mes de octubre, el mes del rosario, rezarlo todos los días como un regalo a la Virgen por la conversión propia y de todos los que me rodean. Prepararme así para vivir la fiesta, el próximo día 7 de octubre, de Nuestra Señora del Rosario, que da la victoria para tantas batallas de cuerpo y alma.

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