Jesús dice en referencia a su Madre: «dichosos los que escuchan la
palabra de Dios y la cumplen». María
recibe la primera bienaventuranza del evangelio: «bienaventurada tú porque
has creído». María concibió a
Cristo antes en el corazón que en su seno, dice san Agustín. Esta advocación de
la madre de Jesús celebra la fe acogida y difundida: la Iglesia que se edificó
en la península ibérica y que se hizo misionera. Por esto nuestra oración de
este día es de agradecimiento por la fe recibida y proclamada. Al hacerlo
vinculándolo a la devoción a la Virgen del Pilar adquiere una fortaleza
singular. María, peregrina de la fe, es garante de la fe en Jesucristo. En la
liturgia de este día pedimos “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y
constancia en el amor”. Que este día que nos habla de los orígenes de la fe en
nuestra tierra nos lleve a valorar al máximo nuestra vida cristiana. Me
impresionó en una visita a Zaragoza el testimonio paleocristiano que allí se
conserva.
Virgen santa, Madre mía,
luz hermosa, claro día,
que la tierra aragonesa
te dignaste visitar (bis)
luz hermosa, claro día,
que la tierra aragonesa
te dignaste visitar (bis)
Este pueblo que te adora
de tu amor favor implora
y te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.
de tu amor favor implora
y te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.
Pilar sagrado, faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
Cantad, cantad
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.