29 junio 2016. Solemnidad de san Pedro y san Pablo – Puntos de oración

San Pedro y san Pablo son considerados tradicionalmente como las dos columnas sobre las que se asienta la Iglesia. Pedro, la roca designada por el mismo Cristo sobre la cual edificará la Iglesia. Pablo, apóstol de los gentiles, de los ateos diríamos hoy; viajero infatigable, fundador y animador de numerosas comunidades cristianas. Dos personalidades muy diferentes pero unidas por una misma misión y ambas laceradas por una profunda herida o debilidad.
En el caso de San pablo, es él mismo quien nos dice: “…me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia». Mucho se ha discutido sobre qué sería esa espina, pero los estudiosos no han logrado ponerse de acuerdo en ello. Sólo sabemos, que era algo que arrastraba en el tiempo y que le servía…” para que no tenga soberbia”.
En cuanto a Pedro, la imagen que se puede desprender de la lectura de la Sagrada escritura es que era un bravucón, decidido y fuerte en apariencia pero débil de carácter. Tiene en su currículum, el récord de haber negado al Señor... ¡tres veces consecutivas! Y luego, a lo largo de su vida como cabeza de la Iglesia parece que en un par de ocasiones más, no supo estar tampoco a la altura de las circunstancias. Dicen que, después de la crucifixión del Señor, de tanto llorar tenía el rostro marcado por dos profundos surcos. Lo que también se desprende de la lectura de los hechos de los apóstoles y de sus cartas, es su profunda humildad.
Y es que, aunque nos cueste entenderlo, Dios no nos necesita santos, nos necesita humildes. La “espina” de Pablo y la debilidad de Pedro fueron los medios de los que se sirvió el Señor para mantenerlos humildes y, por tanto, dóciles a la acción del Espíritu. Cefas, la piedra sobre la que se asentó la Iglesia es una base sólida porque se asentaba sobre un cimiento de humildad. Pablo, a pesar de su debilidad, se le dijo: “Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad”.
Es decir, ni la debilidad de uno ni la de otro, fueron obstáculo suficiente para que fueran santos. Por eso la Iglesia nos los pone como modelos en este día, porque a pesar de sus debilidades, fueron santos, porque fueron humildes.

Recordemos para terminar, que también fue la humildad de una doncella de Nazaret, lo que atrajo la mirada de Dios sobre aquella que habría de escoger para ser la corredentora del género humano y madre de su Hijo. La Madre de Dios y esclava del Señor simultáneamente.

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