14 junio 2016. Martes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. "¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no atraeré la desgracia” (1Reyes 21,17)
A pesar del homicidio y del robo perpetrado por todo un rey, Ajab, en la viña de Nabot, lo que cuenta es SU HUMILDAD. A pesar de ser un SIN VERGÜENZA, su arrepentimiento le salva.
De todos modos, su pecado tiene una GRAVE consecuencia “sobre su casa en tiempo de su hijo”.
Todo habría quedado en mero accidente o incidente sin el protagonismo de Elías que se compromete con su realidad, lleva “la palabra del Señor” y denuncia el pecado.
¿Cómo escucho la voz de Dios en la oración, la liturgia, las circunstancias de mi vida? ¿Estoy dispuesto a jugármela como Elías?
2. “¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!” (Salmo 50)
Cuántas veces hemos recitado y cantado el salmo o el estribillo: ¡Perdón, Señor, hemos pecado! Hazlo de nuevo, como en Cuaresma, como en el Vía Crucis, como en cada Misa, como cuando rompes la amistad con Tu Padre, Esposo, Amigo.
3. “Sed perfectos como como mi Padre celestial es perfecto” (Mt 5,43-48)
Es la conclusión a la que llega Jesús, como su última recomendación después de habernos invitado a amar al prójimo, incluso a nuestros enemigos… Llegar hasta lo último, amar hasta que duela. En montaña, cuando parece que lo has dado todo, todavía puedes dar MÁS, como el Padre del hijo pródigo, nuestro Padre Misericordioso, al que Jesús se dirigía con su tierna oración: ¡Abba, Padre!
LECTURAS:
SAN AGUSTÍN: Comentario a la carta de san Juan, nº 1,9
«Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto» «En esto reconocemos que estamos en Dios: si en él somos perfectos.» Aquí Juan quiere decir: perfectos en el amor (1Jn 4,17). ¿Cuál es la perfección del amor? Amar a nuestros enemigos y amarlos hasta tal punto que lleguen a ser nuestros hermanos. En efecto, nuestro amor no debe ser un amor según la carne. Ama, pues, a tus enemigos deseando que sean tus hermanos; ama a tus enemigos de manera que se sientan llamados a vivir en comunión contigo.   Es así que amó aquél que, colgado de la cruz, decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). A través de una oración cargada de misericordia y de un gran poder, quería arrancarlos de la muerte eterna. Por otra parte, muchos de ellos creyeron y fueron perdonados por haber hecho derramar la sangre de Cristo. Se la hicieron derramar encarnizándose contra él; al creer la bebieron. «En esto reconocemos que estamos en él: si en él somos perfectos.» El Señor nos invita a esta perfección de amor a los enemigos cuando dice: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».
2. SAN JUAN DE LA CRUZ. Avisos a un religioso para alcanzar la perfección
1. Jesús Mariae Filius. Pidióme su santa caridad mucho en pocas palabras; para lo cual era necesario mucho tiempo y papel. Viéndome, pues, falto de todas estas cosas, procuré de resumirme y poner solamente algunos puntos o avisos, que en suma contienen mucho y que quien perfectamente los guardare alcanzará mucha perfección. El que quisiere ser verdadero religioso y cumplir con el estado que tiene prometido a Dios, y aprovechar en las virtudes y gozar de las consolaciones y suavidad del Espíritu Santo, no, no podrá si no procura ejercitar con grandísimo cuidado los cuatro avisos siguientes, que son: resignación, mortificación, ejercicio de virtudes, soledad corporal y espiritual.
2. Para guardar lo primero, que es resignación, le conviene que de tal manera viva en el monasterio como si otra persona en él no viviese. Y así, jamás se entremeta, ni de palabra ni de pensamiento, en las cosas que pasan en la comunidad ni de las particulares, no queriendo notar ni sus bienes, ni sus males, ni sus condiciones; y, aunque se hunda el mundo, ni querer advertir ni entremeterse en ello, por guardar el sosiego de su alma; acordándose de la mujer de Lot, que, porque volvió la cabeza a mirar los clamores y ruido de los que perecían, se volvió en dura piedra (Gn. 19, 26).
Esto ha menester guardar con gran fuerza, porque con ello se librará de muchos pecados e imperfecciones y guardará el sosiego y quietud de su alma, con mucho aprovechamiento delante de Dios y de los hombres.

Y esto se mire mucho, que importa tanto, que por no lo guardar muchos religiosos, no sólo nunca les lucieron las otras obras de virtud y de religión que hicieron, mas fueron siempre hacia atrás de mal en peor.

Archivo del blog