7 junio 2016. Martes de la décima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Quisiera tener presente o situarte primero en el mes que estamos. Mes del Corazón de Jesús. Su Corazón es el torrente de amor que se derrama e inunda el mundo.
La primera lectura a través de imágenes nos hace ver a qué situación había llegado el pueblo de Israel, el pueblo elegido por Dios, llamado a su fidelidad. Israel había sido infiel múltiples veces al Señor, de manera que el torrente de aguas que le daba vida se había ido secando. La sequía y la aridez que formaban parte del mundo físico se reflejan ahora en la vida espiritual. Les faltaba el alimento espiritual, la razón por la cual vivir, vivían en una agonía deseosos de encontrar la muerte. Queda muy bien reflejado en la viuda de Sarepta. Vaya imagen tan desgarradora, siempre me ha llamado la atención. Le dice a Elías: voy a hacer un panecillo para mí y para mi hijo, nos lo comeremos y luego moriremos.
Es la situación de huida y desconfianza a la que nos lleva una vida desarreglada, desordenada, de pecado. Uno pierde el sentido de su vida y se abandona a la muerte espiritual, a la vida sin Dios, al vacío. Y cuando uno ha vivido tan cerca de Dios y rodeado de tanto detalles, cuando se aleja de esta manera cae en la desesperación.
Por eso en nuestra oración lo primero que debe aparecer es la súplica confiada con el salmo.
Escúchame cuando te invoco, Dios defensor mío, tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Haced oración a tiempo y destiempo, porque hay que dejarse llenar continuamente de las aguas de la salvación. La tierra reseca, agrietada necesita del torrente caudaloso del Señor.
El Señor está deseoso de darse a nosotros y lo hará como menos lo esperemos, pero hay que estar atento como la viuda de Sarepta.
Gritemos con el salmo: ¿Quién nos traerá la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?
En este momento podemos enlazar con el evangelio. Cuando la luz del Señor ya no resplandece en nosotros que podemos mostrar al mundo. Que luz va a brillar en la oscuridad. Avivar nuestra fe. Señor que brille tu rostro en nosotros, que no apaguemos la llama de tu amor. Que nuestra vida traiga esperanza, sentido, alegría, comprensión, escucha…
Es tan necesario hoy llevar a Cristo a las almas. Señor hazme consciente de esta realidad. Hazme superar cansancios, desganas, apatías. No es momento para esconder la luz debajo del celemín. Brille la luz a través de vuestra vida, a través de vuestras obras.

Pedir por último salir de la oración alegres, contentos para dar sabor a la vida. Somos la sal del mundo.

Archivo del blog