Quisiera tener presente o situarte primero en el mes que estamos. Mes del
Corazón de Jesús. Su Corazón es el torrente de amor que se derrama e inunda el
mundo.
La primera lectura a través de imágenes nos hace ver a qué situación había
llegado el pueblo de Israel, el pueblo elegido por Dios, llamado a su
fidelidad. Israel había sido infiel múltiples veces al Señor, de manera que el
torrente de aguas que le daba vida se había ido secando. La sequía y la aridez
que formaban parte del mundo físico se reflejan ahora en la vida espiritual.
Les faltaba el alimento espiritual, la razón por la cual vivir, vivían en una
agonía deseosos de encontrar la muerte. Queda muy bien reflejado en la viuda de
Sarepta. Vaya imagen tan desgarradora, siempre me ha llamado la atención. Le
dice a Elías: voy a hacer un panecillo para mí y para mi hijo, nos lo comeremos
y luego moriremos.
Es la situación de huida y desconfianza a la que nos lleva una vida
desarreglada, desordenada, de pecado. Uno pierde el sentido de su vida y se
abandona a la muerte espiritual, a la vida sin Dios, al vacío. Y cuando uno ha
vivido tan cerca de Dios y rodeado de tanto detalles, cuando se aleja de esta
manera cae en la desesperación.
Por eso en nuestra oración lo primero que debe aparecer es la súplica
confiada con el salmo.
Escúchame cuando te invoco, Dios defensor mío, tú que en el aprieto me
diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Haced
oración a tiempo y destiempo, porque hay que dejarse llenar continuamente de
las aguas de la salvación. La tierra reseca, agrietada necesita del torrente
caudaloso del Señor.
El Señor está deseoso de darse a nosotros y lo hará como menos lo
esperemos, pero hay que estar atento como la viuda de Sarepta.
Gritemos con el salmo: ¿Quién nos traerá la dicha, si la luz de tu rostro
ha huido de nosotros?
En este momento podemos enlazar con el evangelio. Cuando la luz del Señor
ya no resplandece en nosotros que podemos mostrar al mundo. Que luz va a
brillar en la oscuridad. Avivar nuestra fe. Señor que brille tu rostro en
nosotros, que no apaguemos la llama de tu amor. Que nuestra vida traiga
esperanza, sentido, alegría, comprensión, escucha…
Es tan necesario hoy llevar a Cristo a las almas. Señor hazme consciente de
esta realidad. Hazme superar cansancios, desganas, apatías. No es momento para
esconder la luz debajo del celemín. Brille la luz a través de vuestra vida, a
través de vuestras obras.
Pedir por último salir de la oración alegres, contentos para dar sabor a la
vida. Somos la sal del mundo.