6 diciembre 2014. Sábado de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

En éste sábado anterior a la gran fiesta de la Inmaculada, patrona de España por tantas gestas realizadas y de la Milicia-Cruzada, es tanto lo que tenemos que agradecer que me parece por ahí tenemos que empezar nuestra oración:
Dando gracias por tantas beneficios recibidos a nivel personal, institucional, familiar y social, cuando vamos a renovar nuestros compromisos y de nuevo nos ponemos bajo su protección para que nos siga guiando en el camino emprendido.
Quizá nos venga muy bien los textos que nos han preparado para meditar en este tiempo de adviento tomados de las distintas intervenciones de Abe para estos días durante los años en esta “Agua Viva que escribe:
Se acerca la Navidad. Preparando tan gran fiesta, la Iglesia nos presentará —y celebraremos solemnemente— la Concepción Inmaculada de Santa María. Y es que según iba a ser el Hijo, Dios crearía a quien había de ser su Madre.
La Virgen María es Madre de Dios verdaderamente, pues el Hijo concebido en su seno es verdadero Dios y verdadero Hombre. Así nos lo enseña la Iglesia y proclama nuestro Credo. Contemplar tal maravilla de Dios es el objeto de este «Agua Viva», y no debe ser poco el tiempo que dediquemos a nuestra oración contemplativa.
El que nació de Dios nace ahora de María, nos dirá san Anselmo. Si creemos que la concepción del Hijo es virginal, entonces descubrimos que María es Madre mucho más plenamente. Jesús recibe su naturaleza humana íntegramente de María. El cuerpo del Hijo es sólo de la Madre. Luego esta Madre fue preparada por Dios pensando en el Hijo que nacería de Ella.
Acudamos a san Juan de Ávila una vez más: «Siempre fue María limpia y ajena de todo pecado; y así salió de aquellas limpias entrañas aquel limpio Jesucristo». Y este Niño, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre quiso abandonarse en manos de su Madre para ser moldeado por Ella conforme todo niño recibe de sus padres la educación. Contemplando a su Madre —y no olvidemos a san José— el Niño recibía los gestos de delicadeza virginal, de ternura, de compasión, de bondad, reflejados en los Evangelios y que expresan la formación recibida. Somos miembros del Cuerpo Místico que es la Iglesia. Y si tal es la Cabeza, también los miembros debemos vivir en conformidad.
Dejémonos llevar por tan buenísima Madre, y hacer y deshacer en nosotros por el Hijo, modelo y cabeza nuestro. En fin, seamos por gracia lo que Jesús es por naturaleza: Hijos de Dios e Hijos de María.
Sin duda que estas palabras de Abe, reflejan un alma contemplativa muy enamorada que hace su oración al lado de la Virgen, escuchando los latidos de un corazón que dan ritmo a dos corazones.
Acerquémonos también nosotros a ese corazón virginal y seremos contagiados: pureza, sencillez, humildad, olvido de sí, entrega total serán nuestras vidas.

Pero no olvidemos que estamos esperando al Señor y el eco del ven Señor resonando en nuestro ser expectante, anhelando su venida no puede disminuir: “Ven Señor, Maranatha, el Señor viene, salgamos a su encuentro con las lámparas encendidas de las obras de caridad.”

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