17 diciembre 2014. Miércoles de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Hoy comenzamos "las ferias privilegiadas" que van desde el 17 al 24 de Diciembre. Estos días tienen como finalidad el prepararnos más intensa y directamente a la Navidad. La Liturgia en sus textos, nos va disponiendo para acoger al Hijo de Dios hecho hombre.
El evangelio de hoy suele resultar "pesado" cuando se lee y quizás más cuando se medita. A un nombre le sigue otro nombre y así sucesivamente... Para nosotros, los hombres y mujeres de ese siglo, una genealogía no nos dice casi nada, pero en los tiempos de Jesucristo era lo más natural, era su carta de presentación y de autenticidad. Los judíos daban una gran importancia a la pureza de su linaje.
En el Antiguo Testamento nos podemos encontrarnos con este tipo de listas genealógicas: Los descendientes de los hijos de Noé (Gen. 10,1); los descendientes de Sem (Gen.11,10); los descendientes de Teraj (Gen.11,27).
La genealogía de S. Mateo está organizada de tal manera que sea fácil de memorizar. El primer tramo incluye la historia hasta David. El segundo, continúa la historia hasta la cautividad de Babilonia (etapa de vergüenza, tragedia y desastre). Y el tercero completa la historia hasta Jesucristo, quien nos libera de la esclavitud, nos rescata de la tragedia del pecado, y nos alcanza el triunfo definitivo.
Algunos comentaristas afirman que lo más llamativo de esta genealogía son los nombres de las mujeres que aparecen en la misma. No es normal el encontrar nombres de mujeres en las genealogías judías. En la oración matutina, un buen judío daba gracias a Dios por no haberle hecho un gentil, no ser esclavo y no ser mujer.
Os invito en este día a fijar vuestra atención en estas mujeres que aparecen en la genealogía de Jesucristo, y hacer sobre sus personas una breve pero jugosa meditación:
Rahab era una prostituta de Jericó (Josué 2,1-7).
Rut no era judía, sino moabita (Rut 1,4). “No se admite a la asamblea del Señor ningún amonita ni moabita; ni siquiera en su décima generación serán admitidos a la asamblea del Señor." (Deut.23,3).Rut pertenecía a un pueblo aborrecido.
Tamar fue una seductora y una adúltera (Gen.38).
Betsabé, la madre de Salomón era la mujer de Urías, a la que David sedujo (2 Sam.11y 12).
Quizás nos preguntemos en nuestra oración personal: ¿Qué nos quiere decir todo esto? Cada uno de nosotros podemos sacar nuestras propias conclusiones, ciertamente, pero creo que todos podemos coincidir en que con la venida de Jesucristo, comenzarán a desaparecer las barreras entre judíos y gentiles, entre el hombre y la mujer, y entre quien se consideraba santo y quien se consideraba pecador...

¡Bendito sea el Señor que hizo el cielo y la tierra! ¡Bendito aquel que viene y nos hace a todos hijos, hermanos y herederos, sin distinción de color, sangre o estirpe. ¡Qué gran lección histórica para todos los tiempos...!

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