23 diciembre 2014. Martes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

MEDITABA EN SU CORAZON (Lc 2, 19)
Estamos a un día del gran Misterio de la Navidad después de prepararnos durante estas cuatro semanas con el adviento.
Hoy estamos llenos de noticias, chismas, correos, felicitaciones y preparaciones de regalos, quizá con mucha actividad exterior.  Pararnos y dejar a Jesús que entre en nosotros. En eso pienso cuando escribo estas líneas. Yo os animo a que meditemos sobre  el nombre de Navidad.
NacimientoAlegríaVoluntad de amarInteriorizarDivinidadAbandonarDescender
He tomado esta meditación de Abelardo del día 23 del folleto sobre el adviento: “Nos acercamos a los grandes días de la Navidad. Dios se hace hombre. Se encarna en un niño débil y pequeño. Es el Amor que se abaja para acercarnos a Él. Y elige a una Madre Virgen para que Ella nos dé al Hijo que se ha encarnado en sus entrañas maternales. Contemplemos a la Virgen. ¡Miradla! Tan recogida, tan íntima. Absorbida a solas con su Dios. Lo lleva en su vientre. Le sobra todo lo demás. Se cumple en Ella la frase de san Agustín: “¿Qué te falta a ti, pobre, si tienes a Dios? ¿Qué tienes tú, rico, si te falta Dios?”.
Eres rico. Cuando se nos habla de riqueza en el Evangelio, no debemos pensar en los que tienen muchos bienes materiales. Piensa en que tú también tienes un tesoro que difundir. Tienes mucha riqueza que comunicar. Puedes ponerla al servicio de la Iglesia. En estos momentos el mundo es país de misión. Y el mundo entero está necesitado de misión. El objetivo de esta misión es la conversión. Reconciliación con Dios primero. Así podremos, después, reconciliarnos con nuestros hermanos. Tras reconciliarnos con Dios no podremos quedarnos tranquilos en nuestra apatía. Saldremos dispuestos a difundir el Evangelio con la alegría de nuestras vidas, como salieron aquellos pastorcillos de la cueva de Belén. Comenzaremos por hacernos santos en lo pequeño, sacrificándonos en las cosas ordinarias. Ésta es una santidad asequible a todos.
Pero para conseguir esto hay que hacer oración, buscar momentos de silencio. Estamos necesitados de oración íntima, personal. Sin oración estamos perdidos. Dios no se nos comunicará. Vivimos agobiados por tanto ruido. Estamos necesitados de contemplación. Es el gran regalo que nos quiere hacer Dios: Hacernos contemplativos. En el fondo, nuestro mundo está buscando la contemplación.
Cuando Dios venga al corazón de cada hombre, cuando se reproduzca en nosotros una encarnación, cuando digamos como la Virgen “Hágase” y permanezcamos firmes en el “Estar” junto a la Cruz de cada día, entonces se realizará una nueva encarnación.
Oremos mucho y ofrezcámonos para que así suceda.
Nos dice el salmo: Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
Dos ancianos fueron padres de Juan Bautista, porque para Dios nada hay imposible. No cuenta la edad, sino abrir la vida a Cristo.
Teresa de Jesús se estremecía ante el Niño Jesús. Y en Navidad lo consideraban uno más dentro de la comunidad.

Que Jesús te haga el mayor regalo esta Navidad.

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