4 diciembre 2014. Jueves de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Empezamos la oración con la primera lectura, la de Isaías que es el principal profeta del adviento. La historia bíblica nos habla de dos Isaías, de que ahora están en el final del destierro de Babilonia, que habla a los judíos para animarles porque ve el fin del destierro… pero a mí me parece que durante muchos siglos, los judíos primero y luego los cristianos lo leyeron así, de frente, y sacaron lo que pudieron.

Desde luego describe un ambiente irreal, por eso es profético. La típica imagen de “pastará el león con el cordero”, es imposible porque el estómago del león no está hecho para la hierba, sino para la carne del cordero y siempre se lo comerá. Sus palabras futuristas se refieren un poco a este mundo y siempre al mundo que aparece tras el abrazo de Jesús que es la puerta del cielo. Eso me pasará a mí y a usted (eso espero) cuando lleguemos allí y en mayor grado a partir de la resurrección de nuestro cuerpo. Ya tenemos dos venidas de Jesús, una de ahora, de todas las Navidades y otra definitiva y mucho más perfecta, que ni siquiera somos capaces de imaginar.

En oposición a los testigos de Jehová, yo creo que poco a poco caminamos hacia ese mundo feliz. No somos ahora socialmente tan malos como hace mil años o como dos mil.

Como aparecen muchas imágenes, lo mejor es hacer la oración con el texto delante (lectio divina).

“Habrá un pueblo justo que observe la lealtad”. Soñar con que tú serás bueno, justo, leal a Dios y tus compañeros, también, donde te pidan prestado y tú se lo dejes y luego te lo devuelvan.

“Confiar siempre en el Señor”. Ahora y luego, pero ahora también, porque ni un solo cabello de tu cabeza se cae sin que Él lo permita. Cuando quieres salir de un vicio, pongamos el ejemplo del fumar, y no puedes y de nuevo coges el cigarrillo en contra de tu voluntad y te parece imposible… confía. Es cierto que la solución no siempre viene por el camino que a nosotros nos parece el bueno, y el que todos los días desea dejar de fumar y se muer con esos planteamientos y el cigarrillo en la boca, va de cabeza al cielo de los no fumadores, porque Dios ve los deseos. Confiar en los problemas económicos. Confiar en la vida de familia. Confiar que te quiere el padre incluso cuando vas subiendo a la cruz.

Ves dando una vuelta por todos tus alrededores de pecado y de males y sonríe, confía en el Señor.

Todas estas frases y las que vienen también me recuerdan al cántico del Magníficat: porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí,… su misericordia llega a sus fieles…

Ahora llega el contrapunto precioso de los soberbios humillados y “pisados por los pies de los humildes, los pies de los pobres” y yo queriendo ser rico queriendo no tener problemas económicos ni ningún problema. Y cuando tengo alguno, me quejo a Dios: ¡que tengo necesidades!, ¡que me acerco a ser pobre! En vez de darle gracias. A los hambrientos colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Y entre medias de todo esto, yo me mareo y solo digo “Señor, no entiendo nada. Señor, ¿A dónde iremos? Tú solo tienes palabras de vida eterna.

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