11 diciembre 2014. Jueves de la segunda semana de Adviento – Puntos de oración

Tres ideas principales nos ofrecen hoy las lecturas, todas llenas de ambiente de preparación de Su venida.

En la primera lectura escogemos este párrafo: “Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio.» No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio –oráculo del Señor–. Tu redentor es el Santo de Israel.”

Es precioso pensar que Dios mismo nos coge de su mano y nos dice: “No temas”. Este es uno de los textos de la escritura que nos indican claramente de que además de Padre, Dios nos trata con entrañas de madre. Si Él nos tiene de su mano ¿A quién o a qué debemos temer?

Nuestro corazón se va preparando poco a poco a la venida de Jesús. Nos lleva de su mano y nos regala a su hijo Jesús.

En el salmo resaltamos estas palabras llenas de fuerza:

“Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que té bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;”

No es de extrañar que de nuestra alma salga un grito de acción de gracias ya que Dios nos ama con entrañas de madre: Gracias, Señor porque nos amas y nos prometes un salvador. Bendecimos, proclamamos tu gloria y hablamos de tus hazañas porque sin merecerlo, sin mérito alguno, solo por ser pecadores nos tiendes tu mano salvadora.

¡Gracias, Señor porque nos amas y nos prometes un salvador!

Jesús mismo nos dice en el Evangelio de hoy: “Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.”

¿Por qué habla así de Juan Bautista? Es una mano que señala al que ha de venir. Pone su existencia entera al servicio de la Buena Noticia.

Es una llamada a que nosotros seamos como Juan, precursores del Salvador con nuestra vida entregada a los demás y con nuestra palabra, que muchas veces será salvadora, como lo fue la palabra de Juan.

¡Ven, Señor Jesús!

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