20 diciembre 2014. Sábado de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Podemos empezar nuestra oración recitando el salmo. Hoy corresponde el salmo 23.
“Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria”.
El señor va a entrar en el mundo en la Encarnación, si le dejamos acampará en nuestra alma. El que es el Señor de la tierra y cuanto la llena, quiere morar en el hombre de manos inocentes y puro corazón, aquel que no confía en los ídolos.
EVA-MARÍA: DESOBEDIENCIA-OBEDIENCIA.
San Juan de Ávila escribe que el “primer lenguaje del demonio: la soberbia”. Secretamente busca como alzarnos con vanidad y mentira y después derribarnos con miserable caída. Nos insinúa pensamientos que nos inclina a estimarnos en algo, haciéndonos caer en soberbia. Sabe lo que desagrada a Dios este vicio y que hace inútil todo lo demás que el hombre tuviere, por bueno que parezca.
La revelación de Dios comenzó «con una desobediencia». Adán y Eva fueron engañados. Fueron seducidos por Satanás: seréis como Dios. En ellos prevalecieron el orgullo y la soberbia, en tal medida que cayeron en la tentación: ocupar el sitio de Dios.
El desaguisado que produce Eva con su desobediencia, lo arregla María con su obediencia.
EL ÁNGEL DEL SEÑOR ANUNCIÓ…
Para un militante la oración de hoy es muy sencilla. Se trataría de contemplar un pasaje que salvo en Pascua de Resurrección, recita dos o tres veces a lo largo del día, cuando eleva su corazón recordando a la Madre en el rezo del Ángelus.
Vamos a traer a nuestra imaginación la escena de una joven hebrea de hace dos mil años, a la que de pronto se le aparece un enviado de Dios. No nos debe costar especialmente, es una escena repetida por muchos pintores.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Escribía Benedicto XVI que llama la atención que en el saludo, el ángel no se dirija a María con el término judío, Shalom- la paz esté contigo-. El enviado utiliza la fórmula griega chaire, cuyo verdadero significado es: ¡Alégrate! Con este saludo del ángel se interpreta que comienza en sentido propio la “nueva revelación. El mensaje acotado al pueblo judío, se convierte en un mensaje universal.
Ella se turbó ante estas palabras.
El ángel le dijo: “Concebirás en tu vientre”, María se va a convertir en una nueva Arca de la Alianza, un lugar de auténtica inhabitación del Señor: el primer sagrario.
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” La pregunta de María se enfoca al “cómo”, no duda de que no vaya a ocurrir lo que transmite el ángel, pero hay algo que no entiende: el “cómo” puede cumplirse la promesa.
Hay algo en el interior de la Virgen que humanamente es contradictorio con el nuevo mensaje. Es como si ella tuviese un proyecto y Dios se lo cambiara. Como si interiormente pensara: “Yo tenía un plan de vida que intuía me lo sugerías Tú y ahora vienes y me pides algo que a mi entender no es compatible”.
Ratzinger comentando esto presentaría a María: “como una mujer de gran interioridad, que une el corazón y la razón y trata de entender el contexto, el conjunto del mensaje de Dios. De este modo, se convierte en imagen de la Iglesia que reflexiona sobre la Palabra de Dios, trata de comprenderla en su totalidad”.
Nosotros creemos ser dueños del instante, pero el tiempo es de Dios. Él cambia nuestros planes para que estos se ajusten a su proyecto. María por razones que objetivamente no conocemos, no ve lógico convertirse en madre del Mesías mediante una relación conyugal. El ángel le aclara que ella no será madre de modo normal, sino mediante “la sombra del poder del Altísimo”, mediante la llegada del Espíritu Santo.
“Hágase en mí según tu palabra”. Tú, Señor cambias mis planes, pero lo acepto. Yo soy criatura y tú eres Dios.
MARÍA ESTRELLA QUE NOS SEÑALA EL CAMINO: HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA.
La salvación, como dice el Papa Francisco: «no se compra y no se vende» porque «es un regalo totalmente gratuito», para recibirla Dios nos pide tener «un corazón humilde, dócil, obediente». El Señor, quiere «ablandar nuestro corazón» para poderle recibir. Ese corazón que necesitamos es el de María. “Tú corazón para amarle”, hemos rezado muchas veces.
Estas palabras de Francisco pueden servirnos de resumen:
¿Qué significa entonces «el camino de la humildad, de la humillación»? Significa sencillamente, «decir: yo soy hombre, yo soy mujer y Tú eres Dios. Y seguir adelante, en presencia de Dios, como hombre, como mujer, en la obediencia y en la docilidad del corazón».

Hágase en mí según tu palabra.

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