17 de diciembre – Puntos de oración

Pongo para empezar un texto que hemos leído hace 21 días, preparando la Gran Venida del Señor,  en una Gran Avenida que es nuestra vida. Todo ello ahora  suena más cerca, más fuerte, incluso con más premura pues las palabras de Juan, “Convertíos,… grita en el desierto: está cerca el reino de los cielos,  preparar el camino al Señor,” desde entonces ya tenemos que haber hecho una Gran Avenida para que entre dentro de nuestro corazón y nos descubra todo lo que hace:
Por aquellos días, Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Voz del que grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos"» Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Tenemos por padre a Abrahán", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga»
Él os bautizará con Espíritu Santo.
Esto lo explica el Papa Francisco extraordinariamente comentando este texto en una ocasión: “La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo que nos salva, bajando a la tierra y resucitando entre los muertos, abraza el camino del hombre y viene a habitar en nuestros corazones (esto es la Navidad que tenemos a las puertas ¡ya!), mediante el Espíritu Santo que nos transforma interiormente, que habita en nosotros, ilumina el origen y le final de la vida, el arco completo de la vida humana (ese maravilloso arco iris que quiere hacer de cada uno). En la fe, el “yo” (nosotros, tú y yo, cada uno)  se ensancha para ser habitado por OTRO, para vivir en  OTRO y así su vida se hace más grande en el Amor. En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo. Y podemos tener  los ojos de Jesús, sus sentimientos, su condición filial, porque se hace  partícipe de su  Amor, que es el  Espíritu… sin esta conformación en el Amor, sin la presencia del Espíritu que lo infunde en nuestros corazones, es imposible confesar como Señor a Jesús.
Así somos bautizados con el  Espíritu, acción que comienza en el bautismo y se prolonga a largo de la vida a través de la oración y los sacramentos y esta acción se realiza en esta preparación  de la oración que haces y en el rato de oración que la debe seguir.
¿Cómo no cuidar estos aspectos de la vida espiritual, el silencio, la preparación, los puntos, el lugar, el tiempo,...? Por eso el P. Morales  lo compara a un sistema de relojería que hace que las manillas siempre estén en su punto, como buen discípulo de san Ignacio. Cuidemos estos detalles, seremos esos contemplativos en la acción que nos pide la Inmaculada y recitemos con Ella estas ‘antífonas en Oh’que la liturgia pone en sus labios y en los nuestros a través de la Liturgia:

¡Madre, enséñame a vivir en vigilante y anhelosa espera!

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