24 de diciembre – Puntos de oración

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto…” Y nos visita hoy. Hoy es Nochebuena. El Verbo ya se había encarnado en la Anunciación del Ángel a María, pero hoy ve la luz el que es la Luz. Y viene “para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz…”. Que consoladoras y precisas son las palabras de Zacarías en la víspera de la Natividad del Señor. Os propongo empezar la oración con este cántico, conocido también como Benedictus.
Hace unos días escuchaba en una charla, la interpretación que daba San Juan de la Cruz a la Encarnación. Al hacerse hombre, Dios contrae nupcias con la humanidad. Matrimonio entre Dios y su criatura. Y el santo lo expresa de manera bellísima en sus “Romances sobre la Encarnación”, que escribió cuando estuvo encarcelado en Toledo, precisamente durante los días de Navidad. Aquí os dejo un fragmento:
(El Padre)
Ya ves, Hijo, que a tu esposa
a tu imagen hecho había,
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía;
pero difiere en la carne
que en tu simple ser no había.
En los amores perfectos
esta ley se requería:
que se haga semejante
el amante a quien quería;
que la mayor semejanza
más deleite contenía;
El cual, sin duda, en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.

(El Hijo)
Mi voluntad es la tuya
justicia y sabiduría,
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía.
Iré a buscar a mi esposa,
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos,
en que tanto padecía;
y porque ella vida tenga,
yo por ella moriría,
y sacándola del lago
a ti te la volvería.

(Narrador: coro)
Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía;
en la cual la Trinidad
de carne al Verbo vestía;
y, aunque tres hacen la obra,
en el uno se hacía;
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenía solo Padre,
ya también Madre tenía,
aunque no como cualquiera
que de varón concebía,
que de las entrañas de ella
él su carne recibía;
por lo cual Hijo de Dios
y del hombre se decía.
Y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.

Y lo primero que vio el Verbo encarnado al venir a este mundo fue a la Madre. Acudamos a este encuentro en esta noche santa. En la intimidad de nuestro corazón, metámonos, como dice Abelardo en sus meditaciones, en ese cruce de miradas:
“¡Quién pudiera entrar en el cruce de estas miradas! ¿Cómo pudiste soportarlas, Madre? Yo quiero entrar en ellas. Y de hecho estoy en ellas. Porque ese niño ve en tu rostro a su Iglesia. Tú eres imagen y principio de la Iglesia.
¿Me engaño si me entrometo en esas miradas y caricias y las recibo para mí? ¡No! Porque soy Iglesia, somos Iglesia. Jesús nos mira. Jesús me mira y me ve en ti, y me acaricia. Las primeras miradas y caricias de ese niño fueron también para mí. Y las primeras miradas de ti, Madre de Él y Madre mía, también eran para mí. Necesitamos entrar en ellas. Captar lo que hay en ellas: la misericordia de Dios está en la tierra. Nos ha nacido un Salvador, hijo de Madre Virgen.”

¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!

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