1. Resplandor de la Inmaculada. Seguro que todavía sigues a
la luz y el calor de la fiesta de la Inmaculada. Pues, donde halles gracia
¡aterriza!, ¡profundiza!, ¡ve a lo hondo!, ¡haz tu nido! Así lo hizo el célebre
obispo de Puebla (México), nacido en Fitero (Navarra) quien dedica su
autobiografía a María con estas palabras:
A la Reina de los Ángeles, María,
Señora nuestra. A Ti, concebida no solamente en gracia, sino (iba a decir) en
gloria; pues ¿qué gloria, Virgen Santa, como ser concebida tan Inmaculada y
santa, y llena de tanta gracia, que merece inmensa gloria?
Esto es como adelantar la Navidad
–Jesús- que ya la tenemos a la vuelta de la esquina. Buen momento para
reflexionar cómo va nuestra preparación. Siempre hay tiempo para mejorar, para
acrecentar nuestra esperanza, nuestro amor.
2. Con San Juan de la Cruz. Hoy es su fiesta. Otro tesoro
para caminar con mayor ilusión si cabe a zaga de su huella. Si tienes tiempo te
aconsejo el magistral programa de Andrés Jiménez y Santiago Arellano en “Ojos
para ver” (Radio María), del pasado 6 de diciembre y subido a la web.
San Juan de la Cruz es el testigo
para toda la Humanidad de que Dios es asequible y cercano a los hombres. Un
Dios encarnado que se ha hecho uno de nosotros, para redimirnos, hacernos hijos
de Dios por adopción y herederos del cielo. Y para enseñarnos que el camino
para llegar a Él es el amor, en correspondencia al desmedido Amor que nos
tiene. Juan de Yepes el hijo de Gonzalo Yepes y de Catalina Álvarez, humildes
tejedores de seda, de la mano de Teresa de Jesús, nos va a mostrar en su vida y
en su obra, que el ser humano, por la gracia conquistada por Jesucristo, puede
alcanzar no sólo vivir en las cercanías de todo un Dios, sino unidos tan
íntimamente que podamos proclamar “no soy yo, es Cristo quien vive en mí”, como
exclamaba San Pablo. Su camino espiritual no es otro que el que permite
subir a la cima del Monte Carmelo
3. Rorate, coeli desuper. Cántalo nuevamente, suavemente,
lentamente…como lo haría la Inmaculada. Y saborea las palabras de Isaías ¡Que
no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro… Destilen,
cielos, desde lo alto, y que las nubes derramen la justicia! ¡Que se abra la
tierra y produzca la salvación, y que también haga germinar la justicia! Yo, el
Señor, he creado todo” (Isaías 45,6b-8.18.21b-25).
Y con San Juan de la Cruz medita para
llegar a todo del Todo no quieras nada de nada. Fuera apegos; a ser libre,
abrazándonos al Único Señor.
4. Viene el Señor, llega la Paz. Pacem in terris. “El
Señor promete la paz, Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la
Gloria habitará en nuestra tierra”. (Salmo 85(84), 9ab-10.11-12.13-14.)
5. Ya no hay que esperar a otro, Cristo resucita los muertos.
“[Juan] Los envió a decir al Señor:
"¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". Entonces
respondió a los enviados: " los muertos resucitan”. (Lc 7,19-23)
Si contemplo a la Inmaculada, si vivo
el Adviento, adelanto el Reino, porque Cristo vive en mí y el Amor nunca muere,
soy aquí y ahora ¡el gran resucitado! Vivo cielo en el suelo. Se lo pedimos a
la Madre de todo corazón:
¡Rorate coeli
desuper et nubes pluant justum!
¡Aperiatur terra et germinet salvatorem!
¡Aperiatur terra et germinet salvatorem!