15 diciembre 2016. Jueves de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

La ALEGRÍA de María (y la de José)
Hoy, 15 de diciembre, estamos a 10 días del Nacimiento de Jesús y en vez de dedicarnos al evangelio del día, vamos a echar una mirada a lo que ocurre en torno a María y el Nacimiento. Exactamente qué pasaba en Nazaret 10 días antes.
Hay una reflexión inicial de fondo, que no sé si es adecuada y ortodoxa, pero la pongo. (Va contra las caras largas y compungidas y en favor de la ALEGRIA y, como yo soy así, va en clave de ironía. Seguro que lo vas a entender).
Creo que de tanto pensar en lo que sufrió Jesús por mí y por mis pecados y por los del mundo entero, tengo un Nacimiento un poco triste o por lo menos, abrumado por “tanta contrariedad y dolor sufrido por mí”. En mi Nacimiento María y José pasan de un Nazaret pobre (¡que desgracia ser pobre!), a un camino hacia el empobrecimiento, yéndose a vivir a no se sabe qué posada con muy poco DINERO. La cueva, el estiércol de los animales, la huida de emigrante sin papeles a Egipto… ¡QUÉ TRISTE! ¡Qué duro, cuanto dolor por mí mis pecados! Y al final, la CRUZ.
Algo no funciona. Cuando pienso así, no me creo nada del “Bienaventurados los pobres”, o pienso que esa bienaventuranza es algo para el cielo, como diría Marx, para anestesiar mi dolor presente con el opio de los pueblos. Todavía, ni la Virgen ni José han leído lo de S. Mateo 6,25 y ss., eso de los lirios del campo y los pajarillos y que mi padre Dios tiene contados hasta los pelos de mi cabeza y no se me cae ni uno solo sin su permiso… pero ya se lo saben y están tranquilos. ENCANTADOS.
Leemos ahora lo del representante de Dios en la tierra. En su escrito sobre el amor en la familia nos dice el Papa Francisco: “A cada mujer embarazada quiero pedirle con afecto: Cuida tu alegría, que nada te quite el gozo interior de la maternidad. Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo. Ocúpate de lo que haya que hacer o preparar, pero sin obsesionarte, y alaba como María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su sierva» (Lc 1,46-48). Vive ese sereno entusiasmo en medio de tus molestias, y ruega al Señor que cuide tu alegría para que puedas transmitirla a tu niño”. Y también se lo dice a las pobres e incluso a las mamás solteras, a las de embarazos no deseados y me pienso que incluso se lo dice a las violadas que quedan embarazadas.
Me acuerdo ahora de las personas responsables, serias y sensatas que recuerdan que a Jesús nunca se le vio reír en el Evangelio. Pero estoy seguro que se equivocan en algo o en mucho.
Veamos a María trajinando por su casa con el FELIZ peso del embarazo final, con la responsabilidad aparentemente abrumadora de llevar a Dios dentro. Pero como Él le dio la carga, Él la lleva… no le importa. “Se alegra mi espíritu…” ¿la oyes cantar?, ¿la oyes sonreír y reír y mirar alegre a la gente, con los ojos abiertos y brillantes? ¿Cómo será eso de exultar de gozo?
De pronto aparecen los del caballo y la trompeta y sueltan lo de empadronarse. Ahora tampoco se inquieta, el Padre de ella, o mejor, de los dos, o de los tres, es Dios, no hay miedo. Nacerá y nacerá todo lo bien que sea adecuado. O mejor. Nacerá todo lo mejor posible para Él (aunque a mí me parezca que hay cosas mucho mejores). Dios le da a su HIJO todo lo mejor que le puede dar desde su punto de vista. Todo camina por los caminos que Dios quiere. (También se podría pensar en eso de “nuestra madre”).
¿Y en el viaje? ¿”Llegaremos a Belén, daré a luz antes, donde…”?  Mateo 6. Que nadie te quite la alegría. Y si se está alegre, se canta, se ríe y se baila.

Tienen un dato importante para saber que eso es la voluntad de Dios para ellos: No lo han buscado, les llega impuesto por las circunstancias. Es lo que Dios quiere para ellos. Por tanto: PAZ, ALEGRIA, FELICIDAD.

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