Mi propuesta de oración para este día
en el que meditamos el pasaje de la Anunciación es hacer la oración de la mano
de dos guías experimentados: San Ignacio y Abelardo. Como puntos de oración
propongo la meditación que San Ignacio dedica a la Encarnación. Y como
comentario a este pasaje, que resumen nuestro ideal de vida, no hay nada como
las palabras de Abelardo.
[101] El primero día y primera
contemplación es de la encarnación, y contiene en si la oración preparatoria, 3
preámbulos y 3 puntos y un coloquio.
Oración. La sólita oración
preparatoria. (Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis
intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y
alabanza de su divina majestad).
[102] 1º preámbulo. El primer
preámbulo es traer la historia de la cosa que tengo de contemplar; que es aquí
cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie o redondez de todo el
mundo llena de hombres, y cómo viendo que todos descendían al infierno, se
determina en la su eternidad que la segunda persona se haga hombre, para salvar
el género humano, y así venida la plenitud de los tiempos, enviando al ángel
san Gabriel a nuestra Señora.
[103] 2º preámbulo. El 2: composición
viendo el lugar: aquí será ver la grande capacidad y redondez del mundo, en la
cual están tantas y tan diversas gentes; asimismo, después, particularmente la
casa y aposentos de nuestra Señora, en la ciudad de Nazaret, en la provincia de
Galilea.
[104] 3º preámbulo. El 3: demandar lo
que quiero: será aquí demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha
hecho hombre, para que más le ame y le siga.
[106] 1º punto. El primer punto es
ver las personas, las unas y las otras; y primero las de la haz de la tierra,
en tanta diversidad, así en trajes como en gestos: unos blancos y otros negros,
unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos, otros
enfermos, unos nasciendo y otros muriendo, etcétera. 2º: ver y considerar las
tres personas divinas como en el su solio real o trono de la su divina
majestad, cómo miran toda la haz y redondez de la tierra y todas las gentes en
tanta ceguedad, y cómo mueren y descienden al infierno. 3º: ver a nuestra
Señora y al ángel que la saluda, y reflitir para sacar provecho de la tal
vista.
[107] 2º punto. El 2º: oír lo que
hablan las personas sobre la haz de la tierra, es a saber, cómo hablan unos con
otros, cómo juran y blasfeman, etc.; asimismo lo que dicen las personas
divinas, es a saber: "Hagamos redención del género humano", etc.; y
después lo que hablan el ángel y nuestra Señora; y reflitir después, para sacar
provecho de sus palabras.
[108] 3º punto. El 3º: después mirar
lo que hacen las personas sobre la haz de la tierra, así como herir, matar, ir
al infierno, etc.; asimismo lo que hacen las personas divinas, es a saber,
obrando la santísima encarnación, etc.; y asimismo lo que hacen el ángel y
nuestra Señora, es a saber, el ángel haciendo su oficio de legado, y nuestra
Señora humillándose y haciendo gracias a la divina majestad, y después
reflectir para sacar algún provecho de cada cosa destas.
[109] Coloquio. En fin, hase de hacer
un coloquio, pensando lo que debo hablar a las tres personas divinas o al Verbo
eterno encarnado o a la Madre y Señora nuestra pidiendo según que en sí
sintiere, para más seguir e imitar al Señor nuestro, así nuevamente encarnado,
diciendo un Pater noster.
Comentario de Abelardo
“Por eso el Adviento es una sinfonía
en cuatro tiempos, pero con la Virgen. Primer tiempo, antes de la venida del
Mesías. ¡Cómo reza la Virgen! ¡Con qué anhelo de que venga pronto el Mesías!
¡Ven pronto, Señor; ven y no tardes! ¡Ven, Señor; mi alma suspira por Ti! Mi
alma espera al Señor más que el centinela a la aurora. Nosotros tenemos que
estar ahora en esa actitud de espera. Entre las venidas de Cristo, por la
Gracia, la histórica que conmemoraremos en unos días, la venida al fin de los
tiempos, pero también la venida particular a mí, cuando llegue el momento de
encontrarme con Él cara a cara. Que le veremos con nuestros propios ojos.
Nuestros ojos están destinados a ver a Jesús. “Para goce de nuestro cuerpo está
Cristo resucitado en el cielo” (S. Juan de Ávila). El goce de nuestro cuerpo es
la contemplación de Cristo. Entenderemos ese día el amor que Dios nos ha
tenido. Todo son misericordias del amor que me ha tenido.
Segundo tiempo: Ver a la Virgen ya en
el momento de la Anunciación, con el ángel. Contemplar a la Virgen en el
momento de la Anunciación. Tan recogida.
El tercer tiempo: ver a la Virgen
después de partir el ángel. Cómo se queda ahora en adoración, en acción de
gracias; “humillándose y haciendo gracias”, como dice san Ignacio.
Y el cuarto tiempo: hasta su Asunción
a los cielos, contemplar su paso por la tierra.
Y todo eso lo trasladamos a cada uno
de nosotros, porque eso es nuestra vida: María, y sólo eso; María a todas las
almas, y nosotros santos por María”.