20 de diciembre – Puntos de oración

Mi propuesta de oración para este día en el que meditamos el pasaje de la Anunciación es hacer la oración de la mano de dos guías experimentados: San Ignacio y Abelardo. Como puntos de oración propongo la meditación que San Ignacio dedica a la Encarnación. Y como comentario a este pasaje, que resumen nuestro ideal de vida, no hay nada como las palabras de Abelardo.
[101] El primero día y primera contemplación es de la encarnación, y contiene en si la oración preparatoria, 3 preámbulos y 3 puntos y un coloquio.
Oración. La sólita oración preparatoria. (Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad).
[102] 1º preámbulo. El primer preámbulo es traer la historia de la cosa que tengo de contemplar; que es aquí cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie o redondez de todo el mundo llena de hombres, y cómo viendo que todos descendían al infierno, se determina en la su eternidad que la segunda persona se haga hombre, para salvar el género humano, y así venida la plenitud de los tiempos, enviando al ángel san Gabriel a nuestra Señora.
[103] 2º preámbulo. El 2: composición viendo el lugar: aquí será ver la grande capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes; asimismo, después, particularmente la casa y aposentos de nuestra Señora, en la ciudad de Nazaret, en la provincia de Galilea.
[104] 3º preámbulo. El 3: demandar lo que quiero: será aquí demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga.
[106] 1º punto. El primer punto es ver las personas, las unas y las otras; y primero las de la haz de la tierra, en tanta diversidad, así en trajes como en gestos: unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos, otros enfermos, unos nasciendo y otros muriendo, etcétera. 2º: ver y considerar las tres personas divinas como en el su solio real o trono de la su divina majestad, cómo miran toda la haz y redondez de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y cómo mueren y descienden al infierno. 3º: ver a nuestra Señora y al ángel que la saluda, y reflitir para sacar provecho de la tal vista.
[107] 2º punto. El 2º: oír lo que hablan las personas sobre la haz de la tierra, es a saber, cómo hablan unos con otros, cómo juran y blasfeman, etc.; asimismo lo que dicen las personas divinas, es a saber: "Hagamos redención del género humano", etc.; y después lo que hablan el ángel y nuestra Señora; y reflitir después, para sacar provecho de sus palabras.
[108] 3º punto. El 3º: después mirar lo que hacen las personas sobre la haz de la tierra, así como herir, matar, ir al infierno, etc.; asimismo lo que hacen las personas divinas, es a saber, obrando la santísima encarnación, etc.; y asimismo lo que hacen el ángel y nuestra Señora, es a saber, el ángel haciendo su oficio de legado, y nuestra Señora humillándose y haciendo gracias a la divina majestad, y después reflectir para sacar algún provecho de cada cosa destas.
[109] Coloquio. En fin, hase de hacer un coloquio, pensando lo que debo hablar a las tres personas divinas o al Verbo eterno encarnado o a la Madre y Señora nuestra pidiendo según que en sí sintiere, para más seguir e imitar al Señor nuestro, así nuevamente encarnado, diciendo un Pater noster.
Comentario de Abelardo
“Por eso el Adviento es una sinfonía en cuatro tiempos, pero con la Virgen. Primer tiempo, antes de la venida del Mesías. ¡Cómo reza la Virgen! ¡Con qué anhelo de que venga pronto el Mesías! ¡Ven pronto, Señor; ven y no tardes! ¡Ven, Señor; mi alma suspira por Ti! Mi alma espera al Señor más que el centinela a la aurora. Nosotros tenemos que estar ahora en esa actitud de espera. Entre las venidas de Cristo, por la Gracia, la histórica que conmemoraremos en unos días, la venida al fin de los tiempos, pero también la venida particular a mí, cuando llegue el momento de encontrarme con Él cara a cara. Que le veremos con nuestros propios ojos. Nuestros ojos están destinados a ver a Jesús. “Para goce de nuestro cuerpo está Cristo resucitado en el cielo” (S. Juan de Ávila). El goce de nuestro cuerpo es la contemplación de Cristo. Entenderemos ese día el amor que Dios nos ha tenido. Todo son misericordias del amor que me ha tenido.
Segundo tiempo: Ver a la Virgen ya en el momento de la Anunciación, con el ángel. Contemplar a la Virgen en el momento de la Anunciación. Tan recogida.
El tercer tiempo: ver a la Virgen después de partir el ángel. Cómo se queda ahora en adoración, en acción de gracias; “humillándose y haciendo gracias”, como dice san Ignacio.
Y el cuarto tiempo: hasta su Asunción a los cielos, contemplar su paso por la tierra.

Y todo eso lo trasladamos a cada uno de nosotros, porque eso es nuestra vida: María, y sólo eso; María a todas las almas, y nosotros santos por María”.

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