22 mayo 2017. Lunes de la VI semana de Pascua – Santa Joaquina Vedruna – Puntos de oración

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él
Con estas palabras de la carta a los romanos nos recibe hoy la liturgia de la Iglesia al comenzar la Eucaristía. Vamos nosotros con ellas a comenzar nuestra oración, poniendo nuestro corazón junto al de Cristo, ¡resucitado de entre los muertos!
La primera lectura sigue con los primeros pasos de san Pablo en Europa, esta vez en Filipos, dónde toca el corazón de una mujer, Lidia, que se bautiza con toda su familia y los hospeda en su casa.
Era una vendedora de púrpura, trabajadora, por tanto, que sacaba también adelante a su familia y “adoraba al verdadero Dios”.
Pidamos hoy a la Virgen, en este último tramo del mes de mayo, que toque también los corazones de los que nos rodean, muchos de ellos buscadores del verdadero Dios, sin saberlo, en el fondo de sus corazones, pero confundidos con los diosecillos que el mundo actual nos pone delante de los ojos: consumismo, tecnología, diversión fácil, individualismo. También cada uno de nosotros, atontados por lo que nos rodea, necesitamos, como Lidia, de un san pablo que nos despierte y nos conduzca hacia el verdadero Dios.
Jesús, en el Evangelio de hoy, continúa diciéndonos lo mismo que a los apóstoles en el cenáculo. Mejor, nos traslada allí y nos dice, sentado a la mesa con nosotros: “Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad, él dará testimonio de mi; y también vosotros daréis testimonio”.
Dar testimonio de Jesús. Cada día, en las flores del mes de mayo que dedicamos a la Virgen, le pedimos que sean suyos nuestros anhelos de ferviente apostolado. En realidad le estamos pidiendo que ella nos contagie ese espíritu misionero que vivió desde el mismo momento de la encarnación.
Cada día ella intercede ante el Padre para que nos envíe su aliento, su Espíritu. Cada día recibimos la fuerza para ser sus testigos, a pesar de que, como también nos recuerda Jesús hoy, “llegará una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios”.
Sin esperar a que lleguen días en nuestra vida de verdadera persecución por el nombre de Cristo –algunos ya lo estáis viviendo- el Señor hoy nos invita a la confianza, a estar cerca de su Corazón. Porque, sea cual sea el momento en que él tocó nuestra vida, puede siempre decirnos: “desde el principio estáis conmigo”. Yo lo traduzco diciendo: desde que nos acercamos a María estamos con Cristo, y ese es el principio de todo en nuestra vida cristiana.

Seguimos en Pascua, se acerca la Ascensión. Él sigue a nuestro lado, nos ayuda a caminar y nos conduce a la vida verdadera. “No tengáis miedo”. Porque “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él”. Eso mismo nos ha conseguido a nosotros, y ya en esta vida lo empezamos a percibir.

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