9 mayo 2017. Martes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

Me pongo en la presencia de Dios. Pido ayuda a la Virgen María en este mes de mayo. Se acerca la fiesta de Ntra. Sra. de Fátima y la canonización de  los beatos Jacinta y Francisco. Todo un acontecimiento: dos niños que serán ejemplo para muchas personas.
Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos. Yo soy cristiano. ¿Cómo me identifico? 
El salmo nos dice: Alabad al Seños todas las naciones. Todas mis fuentes están en mí. Contaré a todos entre mis fieles.
Lo que hacemos demuestra claramente lo que somos. Podemos pensar o decir lo que queramos, pero son los hechos los que testimonian, para quien realmente quiera verlo, quiénes somos. Nuestra vida, lo sepamos o no, es un espejo de lo que tenemos dentro, Los judíos preguntan al Mesías por su identidad no porque no le vean, sino porque no quieran verle. Para creer, para saber que Él es Él, hay que ser de sus ovejas, es decir, estar en el redil de la realidad, no en el de la ilusión. La autoridad de Jesús, su aplomo al hablar y al hacer, su rotundidad en el ser, su ser Él mismo y no otro o ninguno derivan de su conexión con el Padre, la Fuente. Jesús es una invitación continua a conectarnos con nuestra propia Fuente. Conectados al fin podremos decir, como Él, y en Él“Soy hijo”. Solo reconociéndonos hijos llegaremos a ese puerto de la identidad, de donde deriva esa autoridad que tanto necesita el mundo.
ESTAMOS DENTRO DEL MES DE MAYO; LE PIDO A LA VIRGEN DE FATIMA EN SU CERCANO CENTARIO: María –con sus cinco letras– nos ayude a contemplar a Jesús.
Madre: enséñame a ser un buen hijo espiritual tuyo. Que anuncie con alegría a tu hijo. Madre de la Iglesia
Auxiliadora: Ayúdanos a vivir auxiliando de todos los males de la vida.
Reina. Que seas la gran señora donde reine tu gloria por los siglos. Como los pastorcillos de Fátima, que después de verte ya solo deseaban ofrecer sacrificios para acercar muchas almas a Jesús.
Inmaculada: danos un corazón limpio y sincero. Que veamos en ti la limpieza de un corazón que lo dé todo por ti. Eres la ‘sin pecado’. 
Alegre: contágianos tu alegría para llevar al mundo que nos rodea. En este mundo desesperanzado la alegría es el camino de la paz y la unidad. Adoración. Jesús es nuestro salvador. A ella le pedimos que interceda ante su hijo.

Termino con un coloquio. Le pido a María me ayude a ser como los pastorcillos de Fátima: sencillo, confiado y humilde, para entender mejor a su hijo a Jesús.

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