Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón.
Estamos dando comienzo al curso
escolar estos días. Todos los días son fiesta para el cristiano, pero siempre
hay días mejores y más representativos. Las fiestas las conocemos por tres
motivos: mesa, misa y camisa. En la fiesta celebramos el amor de Dios y por
ello vestimos y comemos mejor. Así nos lo manifiesta la lectura.
“Andad, comed buenas tajadas,
bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene preparado, pues es un
día consagrado a nuestro Dios”.
El salmo nos dice que los
mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. Qué satisfechos nos
sentimos cuando cumplimos con rectitud la voluntad de Dios. Nos puede venir por
una persona con responsabilidad, por nuestro padre o amigo. Pero si cumplimos
con obediencia, nuestro corazón siempre está alegre.
Señor, me envías desprendido de
todo, como cordero en medio de lobos, sabiendo que soy débil y que la tarea es
ingente. Pero no me dejas solo. Llevo dentro de mi corazón el Reino de Dios, la
gracia y la fuerza de tu Espíritu, que impulsó a los santos a vivir de tu amor
y anunciar a los hombres la paz que viene de ti.
Que nos preparemos a recibir el mes misionero y el mes de rosario. Recordemos a San Jerónimo, hombre penitente y que, gracias a él, al leer la biblia nos acercamos más a Dios y lo demos a conocer a los hombres viviendo en medio del mundo.