* Primera
lectura y salmo: Durante estos días escuchamos la lectura de los Libros del
Antiguo Testamento, los Libros "Sapienciales". Con este título se
agrupan varios Libros cuya característica es recoger las reflexiones de tipo
moral y filosófico que estaban en curso en los países limítrofes de Israel.
Esas máximas de Sabiduría, -que podrían también llamarse de «buen sentido»- son
un bien común de todos los pueblos. Si se han introducido en la Biblia, libro
sagrado, es debido al criterio de los «sabios» que las recogieron y recopilaron.
Estos creyeron que toda
«sabiduría humana» deriva de la Sabiduría de Dios, puesto que, cuando el hombre
es inteligente, cuando descubre una parte de verdad, participa de alguna manera
de la Inteligencia divina.
Por esto, todo hombre, desde que
existe la humanidad hasta ahora, estábajo el influjo del Verbo de Dios, como dirá el prólogo de san Juan.
¿Estoy también yo atento a los
movimientos del pensamiento humano de «mi época» tratando de contemplar la
Verdad divina que se encuentra expresada en ellos?
Son también máximas de buen sentido.
Pueden parecer muy a ras de tierra; pero la vida cotidiana es así. Y allí nos
espera Dios.
Ser un hombre de "paz", de
"perdón", de "reconciliación": el Evangelio está cerca...
es Jesús quien está ahí en esas máximas humanas. Y es Jesús quien está presente
cada vez que un hombre toma estas actitudes. ¡Ayúdanos Señor, a tomarnos en
serio nuestra sencilla vida humana!
Una idea muy subrayada es que Dios no
es amigo de los malvados. Estos pueden reírse de todos, incluso de Dios, pero
al final "Dios se burla de los burlones y concede su favor a los
humildes". Es la
idea que recoge el salmo. El justo es el que acierta en la vida, a pesar de que parezca que los
cínicos se salen con la suya: "el que procede honradamente... el que no
hace mal a su prójimo ni difama al vecino... el que así obra, nunca
fallará".
* Evangelio: El Señor ha sembrado, en nuestros corazones, su Palabra que nos
santifica. Esa Palabra debe ser fecunda y producir en nosotros abundantes
frutos y que otros se alimenten de ellos para que tengan vida en abundancia. La
vida que hemos recibido de Dios, vida que nos ha iluminado sacándonos de
nuestras tinieblas y esterilidades, no puede ocultarse cobardemente, ni puede
vivirse como si fuera de un grupo cerrado incapaz de dar vida a los demás. El Señor nos quiere apóstoles,
capaces de llevar su vida, su salvación a todos.
Él nos envía a todo el mundo, hasta
sus últimos rincones, para que el don de la salvación que se nos ha comunicado,
pueda iluminar la vida de todos los hombres y puedan todos caminar a la luz del
Señor, ya no como enemigos, ni como esclavos del pecado, sino como hijos de
Dios, purificados gracias a la Sangre del Cordero inmaculado. Quien se convierta en mensajero de
salvación recibirá en abundancia los dones que Dios quiere hacer llegar a
todos.
Oración final:
Dios todopoderoso, que derramaste el
Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de
Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu
servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.