Las lecturas de la misa de hoy son
muy elocuentes y nos dejan muchas pistas sobre la relación que debemos tener
con el Señor. La lectura continuada del libro de Job que estamos haciendo es
una gozada para nuestro espíritu: te invito a escucharla todos los días con
atención. Job está siendo vapuleado en todos los aspectos de su vida y sin
embargo no reniega de su Dios que, primero todo se lo dio y después todo se lo
quitó. En el texto que hemos leído hoy afirma que si Dios pasa a su lado y
quiere tomar algo de él; ¿quién es él para negárselo?
El texto del Evangelio de hoy incide
especialmente en la vocación: por el texto van desfilando personajes que
quieren seguir al Señor pero le ponen determinadas condiciones que los
incapacita para el reino de los cielos. Nos parecen unas condiciones duras,
pero hay que entenderlas en su significado: A otro le dijo: “sígueme”. Él le
respondió: “Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: “Deja
que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”.
No podemos entender esta escena como que ha muerto el padre de este joven y
Jesús le impide ir a enterrarlo; más bien este joven le plantea al Señor
quedarse con su padre hasta que muera y luego ya lo seguirá. Es decir, poner
impedimentos al seguimiento del Señor porque, en el fondo, no se quiere seguir
al Señor: eso es lo que el Señor había detectado en ese joven. Cuando el Señor
llama, es necesario dejarlo todo, incluso la letra a medio escribir, levantarse
y seguir al Señor.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor,
pero déjame primero despedirme de los de mi casa”. Jesús le contestó: “Nadie
que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de los
cielos”.
Cuando se toma una decisión es
necesario quemar las naves; como hizo Cortés en los momentos anteriores a la
conquista de México. Se ha preparado una flota de diez barcos que han salido
desde la Española y pretenden conquistar las tierras que están en el
continente. Han desembarcado y en los primeros contactos con los indígenas la
mayoría se da cuenta de la enorme dificultad que tiene la empresa, dudan y
miran de reojo a las diez naves que se han quedado en la costa esperándoles.
Cortés que se da cuenta y manda quemar nueve de las naves y ofrece la que queda
a los miedosos que dudan; nadie se vuelve y manda quemar la nave que quedaba.
Ahora ya no hay vuelta atrás, ya sólo es posible mirar hacia delante y estos
hombres fueron capaces de llevar a cabo uno de los hechos más prodigiosos de la
historia.
Analiza en tu vida cuáles son las
diez naves que te impiden mirar hacia delante y quémalas. Mira a Jesús y rompe
los hilillos y las cadenas que aún te sujetan a tu vida pasada. Es posible que
hayas hecho entrega de tu vida al Señor y sin embargo le estás negando ese
caprichillo que te tiene absorbido. Mira a la Virgen.
Ella jamás miró hacia atrás. El
ejemplo de la Madre nos tiene que ayudar. Fíjate, en una cosa nosotros somos
superiores a la Virgen y es que Ella no tuvo a la Virgen María que la consoló,
que le dio fuerzas y le animó a seguir luchando continuamente. Pídele ayuda.