Hoy celebramos la fiesta de los
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Celebrar esta fiesta nos ayuda a no
olvidar el mundo de lo sobrenatural. Un mundo que no por ser invisible, es
menos real. Tan real como las ondas de un horno microondas o el wifi del
ordenador. Realidades invisibles pero que actúan, son eficaces y que nos
configuran la vida. Así pasa también con el mundo sobrenatural, el que habitan
los ángeles.
La Sagrada Escritura revela misiones singulares para cada
uno de ellos. Es decir, que no son seres impersonales, son seres espirituales
con nombre propio y carácter definido.
Miguel significa ¿Quién como Dios?. Es el que encabeza la
defensa de los planes de Dios frente a la rebelión de la soberbia, la rebelión
de los ángeles que se negaron a servir al Hijo de Dios hecho hombre. Es el
defensor fiel de la dignidad divina, el defensor de Dios y de su reino, es
decir, la Iglesia, nosotros. Por eso se le representa dominando al dragón,
símbolo del demonio, enemigo de Dios y de su obra y, por tanto, del hombre.
Miguel nos defiende de las acechanzas del demonio. Que no lo veamos o sintamos
no quiere decir que no exista o que no podamos sentir los efectos de su
protección. Como ocurre con el sistema inmunitario de nuestro organismo, que no
lo sentimos ni percibimos y que sin embargo nos está protegiendo constantemente
de los procesos infecciosos y de los gérmenes que nos rodean. Sin un sistema
inmunitario fuerte no estaríamos protegidos frente al medio exterior.
Gabriel, mensajero de Dios, anunció a la Virgen María el
Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina. Embajador
real que goza de la plena confianza de Dios, que fue enviado para hablar en Su
nombre e iniciar los tiempos mesiánicos. Es el ángel que irrumpe en la vida
cotidiana de la humanidad, en una escueta visita, a una humilde doncella, en
una aldea de Galilea llamada Nazaret.
Rafael, medicina de Dios, compañero de camino de la
Iglesia que peregrina por este mundo. Acompañante, bálsamo, consejero. Es
fiel reflejo de la bondad de Dios que nos acompaña todos los días de nuestra
vida.
Estos son los tres Arcángeles que guían y velan por la
Iglesia: protegiéndola de las acechanzas del maligno, anunciando la palabra de
Dios, haciéndonos partícipes de Su voluntad, y acompañándonos y
fortaleciéndonos a lo largo del camino.
Esta es la realidad sobrenatural de la que nos gozamos y
celebramos hoy. Esta es la realidad que nos hace vivir confiados y serenos en
la seguridad de que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia.
Nos lo ha dicho el Señor, así como también: -«Yo
os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre
el Hijo del hombre».