4 septiembre 2016. Domingo de la XXIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

De la enorme mesa del banquete de la palabra que se nos ofrece este domingo yo escojo para la oración la carta de san Pablo a Filemón. Es una debilidad, formada con la magnífica canción del musical Hijos de la libertad titulada Carta a Filemón (la adjuntamos para el que la quiera escuchar).
La libertad interior es hija del perdón. Si no hay perdón no puede haber libertad porque uno se encuentra atado por la pasión de la venganza o del odio. San Pablo apela a su amigo Filemón para que, no solo perdone, sino que acoja como a un hermano a su antiguo esclavo Onésimo. El amor supera, por tanto, la mera cordialidad o el simple perdón obligado.
En nuestra oración de hoy no hemos de dejar ningún rincón del corazón emponzoñado con el resquemor, la venganza o el odio. Si hay algo dentro hay que sacarlo de ahí con la fuerza del amor. Por eso es tan importante al principio de la oración invocar al Espíritu Santo: ¡Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestras inteligencias, fortalece nuestras voluntades, enciende nuestros corazones en el fuego de tu amor! Inteligencia para descubrir esos rincones sucios, voluntad para tener el valor de limpiarlos del todo, y amor para entregarse totalmente al hermano necesitado.
Ahora ya podemos seguir con la oración, si no será difícil que seamos capaces de unirnos al Padre: Por tanto, si cuando vas a presentar  tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24).
Quizá ahora podamos seguir orando con el Evangelio que nos recuerda que para el seguimiento del Señor hace falta cargar con nuestra cruz e ir detrás de él.

Desde nuestra libertad reconquistada podremos aceptar el plan de Dios.

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