“Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él
es puro.” (1Jn 3,3)
El apóstol nos enseña que nuestra filiación divina conlleva una riqueza
que se va manifestando de día en día hacia una plenitud de santidad; es fruto
de esta relación con Dios y asume toda la vida. Hoy solemnidad de todos los
santos se nos invita a acogernos a la intercesión de esa innumerable multitud
de testigos que triunfan con Cristo. Muchos de ellos “santos de la puerta de al
lado”, santos que ha puesto de relieve el Papa Francisco.
La meditación del evangelio de las bienaventuranzas nos invita a reconocer
el estilo de Jesucristo, a cuestionar nuestra escala de valores y a ajustarla a
la de Jesús. Vivir así es crecer en el camino del evangelio poniendo nuestra
esperanza en Dios mas que en las propias expectativas.
Todos los santos, rogad por nosotros.