* Primera lectura: El destino que nos espera es el
más optimista y mejor que se pueda pensar y desear: "Dios nos
predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos
hermanos". Pero es el Espíritu quien nos enseña a rezar a Dios,
más aún, "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables", y es quien alienta nuestra oración. Nosotros sabemos por
la fe que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a
Dios. Así, Señor, a pesar de mi miseria actual, seré un día “como
Jesús”. Contemplándolo, contemplo la imagen de lo que seré, cuando mi vida será
“cumplida”, “acabada”, “plena” según el modelo: Cristo. María, nuestra
Madre, es el mejor y más seguro camino para llegar a Jesús.
* Evangelio: Jesús no responde a la curiosidad acerca del número de los que se salvan, pero sí aprovecha para dar su lección: "esforzaos en entrar por la puerta estrecha". En el sermón de la montaña ya nos había avisado: "entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!" (Mt 7,13-14). El Reino es exigente y, a la vez, abierto a todos. Abramos el corazón de par en par.