Somos enviados. Hoy el evangelio
nos recuerda nuestra llamada a adentrarnos en el mundo para ofrecer el mayor
tesoro que tenemos: ¡Cristo vive y te quiere! Y es que no hay que esperar una
gran llamada sino simplemente saber mirar este mundo nuestro con los ojos de
Cristo. Para eso la receta es sencilla. Primero, vivir con lo
necesario. En nuestro caso las alforjas ya no se llevan, pero las
apariencias, las redes sociales, la reputación, las comodidades y muchas cosas
más nos lastran el camino. Segundo, ofrecer y dar nuestra paz. En esto muchas
veces nuestro comportamiento es la mejor herramienta, vivir pacificando esta
sociedad en conflicto. Pero claro para eso debemos tener nosotros paz, quizá
una buena confesión, un retiro o una simple charla son las ventanas por las que
entre paz a nuestra casa.
Y con esto, solo queda vivir donde estamos, mirar a los que nos rodean y encontrar esas oportunidades que el Señor nos pone todos los días para ser obreros de su mies. Señor hazme trabajador de tu mies.