27/02/2010, Sábado de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura del libro del Deuteronomio (26, 16-19)

Moisés habló al pueblo, diciendo: -«Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón v con toda el alma. Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz. Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: Que serás su propio pueblo, como te prometió, que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho.»

Salmo responsorial (Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8)
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas. R.

Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 43-48)

n aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

Puntos para la oración 27 febrero 2010

I. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mateo 5, 48), nos dice el Evangelio de la Misa. El Señor no sólo se dirige a los Apóstoles sino a todos los que quieren ser de verdad sus discípulos. Para todos, cada uno según sus propias circunstancias, tiene el Señor grandes exigencias. El Maestro llama a la santidad sin distinción de edad, profesión, raza o condición social. Hoy podemos preguntarnos si nos basta solamente con querer ser buenos, sin esforzarnos decididamente en ser santos.

II. La santidad, amor creciente a Dios y a los demás por Dios, podemos y debemos adquirirla en las cosas de todos los días, que se repiten muchas veces, con aparente monotonía. “Para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el trabajo, santificarse en su trabajo y santificar a los demás con el trabajo, y encontrar así a Dios en el camino de sus vidas”. Santificar el trabajo: bien hecho, cumpliendo en forma fidelísima la virtud de la justicia y afán constante por mejorar profesionalmente. Santificarnos en el trabajo: Nos llevará a convertirlo en ocasión y lugar de trato con Dios, ofreciéndolo a Él, y viviendo las virtudes humanas y sobrenaturales. Santificar a los demás con el trabajo: El trabajo puede y debe ser medio para dar a conocer a Cristo a muchas personas si somos ejemplares en la manera cristiana de actuar, llena de naturalidad y de firmeza.

III. La Iglesia nos recuerda la tarea urgente de estar presentes en medio del mundo, para conducir a Dios todas las realidades terrenas. Así lo hicieron los primeros cristianos. Esto sólo será posible si nos mantenemos unidos a Cristo mediante la oración y los sacramentos. El Señor pasó su vida en la tierra haciendo el bien (Hechos 10, 38). El cristiano ha de ser “otro Cristo”. Esta es la gran fuerza del testimonio cristiano. Pidamos a Nuestra Madre que nos ayude ser testigos de su Hijo, mientras nos esforzamos en buscar la santidad en nuestras circunstancias personales.

26/02/2010, Viernes de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Ezequiel (18,21-28)

Así dice el Señor Dios: «Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá. Comentáis: "No es justo el proceder del Señor. "Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.»

Salmo responsorial (Sal 129, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8)
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. R.

Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 20-26)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

Puntos para la oración 26 febrero 2010

Ezequiel 18, 21-28: “¿Acaso quiero yo la muerte del malvado y no que se convierta de su camino y que viva?”. En este tiempo de Cuaresma, se nos invita una vez más a la conversión y al cambio de vida, pues la eficacia de la auténtica penitencia es la conversión personal del corazón a Dios.

El temor de Dios es el principio de la sabiduría, pero la sabiduría es el amor. Somos hijos de Dios, y el fundamento de esta piedad es el amor filial, no el temor servil.

A la conversión interior deben acompañar las obras externas de penitencia, la mortificación, que tiene muchos aspectos: ayuno, abstinencia, abnegación, paciencia... realizadas con gran discreción, sin hacer alardes de personas austeras.

El cristianismo es la religión de la interioridad, no de la ostentación y vana apariencia ante los hombres. La conversión ha de mostrarse en las buenas obras: ser más caritativos, más serviciales, más cariñosos, más amables, más desprendidos, más bondadosos.

– Con el Salmo 129 expresamos esta confianza: “Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica”. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva. La conversión es siempre posible y Dios actúa para que se realice. Por muy abrumados que nos veamos por nuestras culpas, nunca hemos de desesperar de la misericordia del Señor. Manos vacías, confianza en el amor de Dios por encima de nuestras miserias, subir bajando... ¡qué bien nos enseñaba -y nos enseña ahora, de otra forma- nuestro querido Abelardo! A la santidad por la perseverancia, y a la perseverancia por las miserias.

Por eso, que nos sintamos íntimamente unidos e identificados con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, y pidamos todos por cada uno y cada uno por todos.

–Mateo 5, 20-26: “Vete primero a reconciliarte con tu hermano”. El arrepentimiento del cristiano se demuestra ante todo en el deseo de practicar la justicia. No es posible tener odio al hermano y participar en la Eucaristía, sacramento del Amor. Este es otro mensaje nuclear de la Cuaresma.

Esta doctrina pasó desde el Evangelio a la literatura cristiana. Ya aparece en el libro -no bíblico- más antiguo del cristianismo, la Didajé, de fines del siglo primero. Y así se ha seguido enseñando en la Iglesia hasta nuestros días. Nos ayuda alguna cita de San León Magno en sus sermones de Cuaresma:

“Vosotros, amadísimos, que os disponéis para celebrar la Pascua del Señor, ejercitaos en los santos ayunos, de modo que lleguéis a la más santa de todas las fiestas libres de toda turbación. Expulse el amor de la humildad el espíritu de la soberbia, fuente de todo pecado, y mitigue la mansedumbre a los que infla el orgullo. Los que con sus ofensas han exasperado los ánimos, reconciliados entre sí, busquen entrar en la unidad de la concordia. No volváis mal por mal, sino perdonaos mutuamente, como Cristo nos ha perdonado (Rom 12,17). Suprimid las enemistades humanas con la paz...

“Nosotros, que diariamente tenemos necesidad de los remedios de la indulgencia, perdonemos sin dificultad las faltas de los otros. Si decimos al Señor, nuestro Padre: “perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6,12), es absolutamente cierto que, al conceder el perdón a las ofensas de los otros, nos disponemos nosotros mismos para alcanzar la clemencia divina” (Sermón 6,3 de Cuaresma).

Oración final a la Virgen María, Madre de la reconciliación:

¡Oh Dios, que por la sangre preciosa de tu Hijo, reconciliaste el mundo contigo y te dignaste constituir a su Madre, la Virgen María, junto a la Cruz, reconciliadora de los pecadores, concédenos, por su intercesión, alcanzar el perdón de nuestros pecados!

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.



25/02/2010, Jueves de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Ester (14, 1. 3-5. 12-14)

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»

Salmo responsorial (Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8)
R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario.

R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.

R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 7-12)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

Puntos para la oración 25 febrero 2010

1. Oración preparatoria: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad. (EE 46)

2. Petición: “Conoscimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar." (EE. 139)

3. Puntos para orar.

Hoy el tema de meditación en las dos lecturas y también en el salmo es la oración de petición. En el libro de Ester se nos refiere la oración de la reina Ester a Dios en un momento de angustia del que dependía la suerte del pueblo judío. Jesús mismo nos enseña como tenemos que pedir a Dios. Pone el ejemplo de un padre que da cosas buenas a sus hijos. Dios nos quiere y quiere darnos también cosas buenas y quiere que se las pidamos: “pedid y recibiréis,…”

En la oración de hoy colocarnos ante el Señor y pedirle con la confianza que él nos da. Quiere que le pidamos y quiere mover nuestros corazones para que le pidamos los mejores dones. Una buena petición puede ser cómo hicieron los discípulos: “Señor, enséñanos a orar”. Al ver mi pobreza para hacer oración, pedirle que me instruya en lo interior y que sea dócil a sus inspiraciones.

Repetir las palabras del salmo 137: “cuando te invoqué me escuchaste Señor; acreciste el valor de mi alma”

Durante el día intentar en estos días de Cuaresma intensificar la oración procurando por ejemplo hacer una visita sin prisa a Jesús sacramentado. También rezar con calma el rosario, tan recomendado siempre en la Iglesia, o el Vía crucis, especialmente los viernes de Cuaresma.

4. Unos minutos antes del final de la oración: Invocación de petición a la Virgen:

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti. Animado por esta confianza, a ti también acudo, ¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis súplicas, ¡oh Madre del Verbo Divino!, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.

5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

* Nota: las siglas “EE” remiten al libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y al número que se indica.


24/02/2010, Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Jonás (3, 1 -10)

Vino la palabra del Señor sobre Jonás: -«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo». Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: -«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: -«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.» Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 12-13. 18-19)

R. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.

Evangelio según san Lucas (11, 29-32)

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: -Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Puntos para la oración 24 febrero 2010

Hoy las lecturas de la misa nos impulsan fuertemente a la conversión: a una transformación profunda de los afectos (“un corazón puro, un corazón quebrantado y humillado”), a una renovación interior honda (“renuévame por dentro con espíritu firme”), que sólo conseguimos en el contacto íntimo con el Señor (“misericordia, Dios mío, por tu bondad…”). Los habitantes de Nínive se convirtieron “de su mala vida y de la violencia de sus manos”, porque “creyeron en Dios” e “invocaron fervientemente a Dios…”. Vemos en las lecturas que cuando nuestra “conversión de la mala vida” se traduce en obras, Dios se compadece y nos desborda con su misericordia. Podemos fijarnos en algunos detalles de las lecturas de hoy.

1) Los ninivitasse convirtieron con la predicación de Jonás”. Hoy Jesús reprocha a su generación que no son capaces de reconocerle: que no escuchan su sabiduría y no se convierten con su predicación. ¿Y nosotros? Nos puede pasar como a la gente de la generación de Jesús: nos parece que ya nos sabemos el Evangelio, y que no puede decirnos nada nuevo. Corremos tras las novedades, y no reconocemos que lo que necesita nuestro corazón lo tenemos al lado, dentro, donde habita Jesús: 

2) “Aquí hay uno que es más que Salomón… Aquí hay uno que es más que Jonás”. Jesús en el sagrario, es más que Salomón y que Jonás. ¿Lo valoramos así? Cuenta Abelardo que al escritor Alejandro Manzoni, ya en su vejez, «sus hijos no le dejaban salir un día de casa porque estaba la calle nevada. Estuvo todo el día contrariado, hasta que al anochecer le dijeron sus hijos: “-Papá, ¿qué te pasa que estas hoy así?”. -“Pues que tenía un billete de la lotería vencido, y hoy era el último día para cobrarlo. No me habéis dejado salir de casa y no he podido cobrar. Ha expirado el plazo y hemos perdido diez millones de liras”. –“Pero, papá, ¿por qué no lo has dicho? Te hubiéramos acompañado”. Luego, cuando ya estaban todos allí muy excitados, comentó: “En realidad, no tenía ningún billete de lotería, pero me habéis dejado sin comulgar, que vale más que diez millones de liras, y ninguno me habéis dicho: Papá, te acompaño yo”» (Rocas en el Oleaje, pp. 50-51).

Digamos a Jesús: que no me acostumbre a tu presencia. Que no me venza la rutina. Que cuando te escuche (por ejemplo en las lecturas de la misa, o en la lectura de las Escrituras) lo haga con todos los sentidos volcados hacia ti, como María a tus pies en Betania. Que me admire de tu sabiduría y de tu bondad, como lo hacían las gentes sencillas al escucharte y ver tus signos. Que me convierta con todo mi ser y que mis intenciones, acciones, deseos… vayan encaminados puramente hacia Ti.

3)La gente se apiñaba alrededor de Jesús”. Querían estar tan cerca como les fuera posible, para no perderse ni una palabra, ni un detalle de Jesús. Hoy nuestra civilización rechaza el contacto físico. Sin embargo en tiempos de Jesús se apretujaban en torno a él (como dicen los apóstoles en el pasaje de la hemorroísa: “«Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”» (Mc 5, 31). «A causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle» (Mc 3, 9-10). “Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos” (Lc 6, 19). Juan también le tocó y fruto de este contacto es su evangelio: “Lo que existía desde el principio (…) lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida… os lo anunciamos” (1 Jn 1, 1)

Oración final. Conviérteme, Señor: Que en la oración y a lo largo del día sepa reconocerte por la fe, como lo hizo Juan a orillas del lago: “¡Es el Señor!”, me conmueva ante tu predicación y tu sabiduría. Que me ponga muy cerca de ti, formando una piña contigo, que te dejaste tocar y que te has quedado en la Eucaristía no sólo para que te toquemos, sino para que te comamos…

23/02/2010, Martes de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Salmo responsorial Sal 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19
R. El Señor libra de sus angustias a los justos.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. R.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:

"Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Puntos para la oración 23 febrero 2010

I. Viendo a Jesús en oración.

A. Oró con ocasión de su bautismo (Lc.3,21)

B. Oró durante su tentación (Lc.5,16)

C. Pasó toda la noche orando (Lc. 6,12)

D. Subió a una montaña para orar (Lc. 9,28)

II. Los discípulos sintieron la necesidad de pedir a su Maestro que les enseñara a orar.

A. Querían seguir sus indicaciones, pues siempre les insistía en que orar sería la fuente de sus fuerzas para vivir y servir a Dios.

B. Querían esa intimidad, que Jesús como Hijo tenía con su Padre.

C. Y sabían que Juan había enseñado a sus discípulos a orar. ¿Por qué no iba a hacerlo El..?

III. Y Jesús les dio una oración modelo:

A. Para agradecer a Dios por dos cosas.

1. Agradecer a Dios por ser nuestro Padre.

a. “A todos los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les da el ser hijos de Dios.” (Jn.1,12).

b. “Por esto: Salid y separaos de ellos –dice el Señor-, no toquéis nada impuro, y yo os recibiré; seré para vosotros Padre, y vosotros seréis para mi hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso.” (2Cor.6,17-18).

c. “Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la condición de hijos adoptivos. Y como prueba de que sois hijos, Dios ha enviado a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba, Padre! De suerte que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por la gracia de Dios.” (Gal.4,4-7).

2. Agradecer a Dios por el cielo.

a. Esa dimensión espiritual del ser, ese mundo real.., incorruptible e incontaminado.., que no se desvanece… Allí donde está Dios…

B. Para alabar a Dios.

1. Su nombre es santo, Dios es santo, justo, puro, lleno de amor, bondadoso, misericordioso, lleno de gracia, y debe ser alabado por ser El quien es…

C. Y para pedir a Dios cuatro cosas en particular.

1. Pedir que el Reino de Dios venga.

a. Cristo tiene que ser entronizado en todos los corazones.

b. Su voluntad tiene que ser realizada en nuestras vidas como se realiza en el cielo.

c. Tenemos que pedirlo.

2. Pedir el pan de cada día.

a. Es decir, pedir por las necesidades de la vida.

b. Tenemos necesidad de alimento material y espiritual.

c. La gente tiene hambre, tanto física como espiritualmente hablando.

d. Tenemos que orar por nuestro cuerpo y por nuestro espíritu y tenemos que hacerlo diariamente.

3. Pedir perdón.

a. Debemos pedir al Padre que perdone nuestros pecados.

b. Notemos la palabra “nuestros”

c. Tenemos que pedir a Dios que perdone “nuestros pecados”, los de nuestra familia, los de nuestros semejantes, ciudad, estado, nación, y mundo…

4. Pedir ser liberados.

a. Dios no tienta a nadie, pero si quiere que le pidamos que nos libre de la tentación del malo, de Satanás.

IV. Y les recordó que para poder ser escuchados en su oración, ellos deberían escuchar a sus hermanos en conversación.., sobre todo cuando ese otro.., que es como yo o igual a mí.., necesita ser perdonado…

22/02/2010, Lunes de la primera semana de Cuaresma – La Cátedra de san Pedro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 1-4)

Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloría que no se marchita.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3. 4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Jesús le respondió: Dios vivo.» -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Puntos para la oración 22 febrero 2010

El aviso que nos propone San Ignacio de Loyola al iniciar la 0ración, es el siguiente: “La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.

Esta ha de ser nuestra actitud a lo largo de la oración: aceptar mi propia condición de criatura en actitud de servicio y alabar en todo al Padre, creador. Y a partir de este momento permanecer en la presencia del Señor en diálogo con Él.

El evangelio de hoy es un diálogo dinámico entre Jesús, la gente que le sigue, los discípulos y Pedro. También conmigo, si estoy preparado.

Trato de meterme en la escena por medio de la lectura de este texto evangélico: “Jesús preguntó a sus discípulos”:

  • - “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
  • - Ellos contestaron: “unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.” Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
  • - “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”
  • - Jesús le respondió: -“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo…”
Después de leer con detenimiento este diálogo ¿qué contestaría a Jesús? ¿Qué es Jesús, para las personas que conviven conmigo cada día? ¿Y, lo más importante, qué es Jesús para mí?

En pocos años Jesús ha pasado a ser un desconocido para muchas personas, también para bastantes bautizados. Para otros, Jesús es uno de tantos profetas que han pasado a lo largo de los siglos; como Buda, Confucio, Mahoma… Gandhi, Martin Luter King, Mandela… Algunos esperaban de Jesús que fuera quien hiciera desaparecer la pobreza, el hambre, las injusticias del mundo… La realidad es que Jesús está presente entre los hombres para dar sentido a toda su vida. Esta es la contestación de Pedro

El Señor ha venido para estar más cerca de todos los hombres. Sabe que lo necesitamos porque todos sufrimos. Hemos sido creados para la salvación que el Señor nos consigue desde su muerte, cruz y resurrección.

Y Jesús ¿qué es para ti? Y tú ¿quién dices que soy Yo, en este momento único e irrepetible de tu vida?

Te quiero responder que para mí lo eres Todo, el Mesías, el Hijo de Dios, el amigo que nunca defrauda. Pero quisiera que no fueran palabras vacías. Te pido para que aumentes mi fe en ti y en tu Iglesia, que desde la Cátedra de Pedro, que hoy celebramos en la liturgia, enseña la verdad, reúne en el amor y proclama al mundo el Evangelio de la salvación.

Petición: Santa María en esta Cuaresma dame un corazón agradecido, que no olvide ningún bien, ni guarde rencor por ningún mal. Un corazón puro que inunde el mundo que me rodea de luz, de amor y de vida.

21/02/2010, Domingo de la 1ª semana de Cuaresma

Lectura del libro del Deuteronomio (26, 4-10)

ijo Moisés al pueblo: - «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»

Salmo responsorial (Sal 90)
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» R.

No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. R.

Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R.

«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo [escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13)

ermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón. » Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4, 1-13)

n aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: - «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: -«Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: -«Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo. » Jesús le contestó: - «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: -«Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Puntos para la oración 21 febrero 2010

Petición inicial. Recogemos la petición del Padre Nuestro y la repetimos al principio de nuestra oración por tres veces, cada una por cada tentación:

‘Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal’

Contemplamos el pasaje evangélico: Aunque las demás lecturas son muy ricas y sugerentes, en este primer domingo de cuaresma contemplaremos de una manera especial el Evangelio de las tentaciones. Y, tal como nos indica Ignacio, nos meteremos en la acción como si presente nos encontrásemos.

En una primera ambientación nos introduciremos en el desierto. Sentiremos y palparemos la aridez de la arena y la roca, la falta de agua, el calor del sol sofocante, el frío de la noche… También la magnitud de un cielo estrellado, cuajado, que nos acerca a la presencia del Dios creador. Y el miedo a los animales, la intemperie, desprotegidos… fiados sólo en Dios.

Y contemplaremos la figura de Jesús, sometido durante cuarenta días, en recuerdo de los cuarenta años de su pueblo, a esa dureza. Al hambre provocado por el ayuno. Y me pregunto, ¿cómo va mi austeridad? ¿De qué ayunaré yo en esta cuaresma? ¿Cuál va a ser mi penitencia? Y noto que empieza en mí una lucha entre lo que el espíritu me pide y mi propia comodidad.

  • 1. Y, como Jesús, me siento tentado por lo fácil, lo cómodo… Y observo el diálogo del enemigo con Cristo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Y veo cómo Jesús le rechaza. Pero entonces el Demonio se dirige a mí y me viene con la misma tentación: De comida, de sensualidad, de facilidades, de caprichos, de horas muertas en Internet, de querer comprarme lo último en tecnología… Y sé que tendría que decir no a todo eso, y con mi vida gritarle al Señor que él es el único y el principal, para que todo quede colocado en su sitio…

¿Cuál será mi contestación al demonio?
  • 2. Y veo cómo le tienta de nuevo a Jesús, esta vez con el poder: - «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo. »
Y Jesús no se arrodilla…

Y viene el demonio a mí y me promete de nuevo la gloria, el poder. Sobresalir sobre mis compañeros, controlar yo mi vida, que nadie me diga nada, no me quiero arrodillar ante nadie. Ni ante Dios.

Y sé que el espíritu me lleva a dejarle a Dios las riendas de mi vida, a doblar ante Él la rodilla y decirle: ¡Señor! ¡Haz con mi vida lo que tú quieras! Tómala y márcame el camino, que yo lo seguiré.

Y siento que me resisto, que tengo miedo a lo que Dios quiera hacer con mi vida, que en el fondo no me fío de él…

¿Cuál será mi respuesta a esta tentación?

  • 3. Y ya desde lo alto del templo llega la tercera tentación: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti".

Y siento que también a mí me viene esa tentación. Quiero un cristianismo fácil, sin lucha, sin persecución, sin cruz. Donde todos me digan lo majo que soy, lo bueno, donde yo mismo no falle nunca y sea modelo para todo el mundo.

Sé que es una tentación difícil de rechazar. Porque sería decir que sí a la cruz, al desaparecer, a que se rían de mí en clase, a quedar en el último lugar…

Y entonces siento la fuerza de Jesús que triunfa en mí y le dice al demonio que se largue, que estamos los dos dispuestos a seguir sólo los planes de nuestro Padre. Y sé que en él yo tendré mi fuerza, que Jesús es mi fortaleza.

Acabo en un diálogo con Jesús, tal como empezamos, diciéndole la petición del Padre Nuestro:

‘Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal’
La tentación del aparecer, del triunfo, de la gloria del mundo. La tentación del camino fácil de salvación, que aleja a Jesús de la cruz y quiere que todos se conviertan por sus grandezas…

20/02/2010, Sábado después de Ceniza

Lectura del libro de Isaías (58, 9b-14)

Así dice el Señor Dios: «Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas. Si detienes tus Pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob.» Ha hablado la boca del Señor.

Salmo responsorial (Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6)
R. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5, 27-32)

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: -«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

Puntos para la oración 20 febrero 2010

Las lecturas de este primer sábado de cuaresma son de una gran belleza. Nos animan a la conversión, a la lucha contra esa tendencia egoísta que anida en el fondo de nuestros corazones y que nos sale de manera tan espontánea. Meditemos hoy en como es mi vida en relación con la entrega a los demás: doy de lo mío a los demás? y más aún, doy de lo que me sobra o de lo que es importante para mí?. Ojalá sea así, que mi vida es don a los demás, porque entonces se cumplirá en nuestras vidas lo que nos describe la primera lectura del profeta Isaías: “ brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”. Seremos esas antorchas que iluminan en la noche. Ayudaremos a reparar vidas rotas, a recuperar ilusiones perdidas de tantos compañeros que viven a nuestro lado: “te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.

Y por otro lado está el evangelio que nos narra la vocación de Mateo. Algo que admiro del Evangelio es su sencillez, su simplicidad. En breves líneas se nos narra un acontecimiento fundamental en la vida de un hombre, de forma tan lacónica que casi se nos pasa su importancia. Un hombre en su negocio, en un día cualquiera, un hombre que pasa, le mira, le habla y… Cuantas veces pasa Jesús en nuestra vida, así, sin hacer mucho ruido, quizá es solo una mirada y una sugerencia. Pidamos hoy en la oración ser cristianos profundos que sepamos ver en cada acontecimiento de nuestra vida el paso y la mirada sugerente de Jesús. Pidamos a María que nos enseñe a estar prestos, dispuestos a dejar nuestras cosas y: dejándolo todo, nos levantemos y le sigamos.

19/02/2010, Viernes después de Ceniza

Lectura del libro de Isaías (58, 1-9ª)

Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 18-19)
R. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9, 14-15)

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: -«Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: -«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunaran.»

Puntos para la oración 19 febrero 2010

Puestos en la presencia de Dios comenzamos nuestra oración diaria. Le pedimos a María un corazón contemplativo que sepa captar todo el mensaje que se encierra en la Palabra de Dios, actual y viva para mí en este día.

Acabamos de comenzar la cuaresma el miércoles pasado. ¡Conviértete y cree en el Evangelio! Un tiempo de conversión y cercanía de la misericordia de Dios. Ayuno, oración y limosna van unidos en la vida del cristiano, pero especialmente en este tiempo litúrgico.

El ayuno nos ayuda para que la oración no se quede en puro deseo, sino que afecte también a la corporalidad, pues somos espíritus encarnados, no angélicos. La limosna nos saca de nosotros mismos para acercarnos a las necesidades del prójimo.

Desde esta composición de lugar podemos adentrarnos en el mundo de nuestra meditación diaria. Ya no existe el peligro de la pura especulación o del espiritualismo alejado de la realidad.

El profeta Isaías nos pone en guardia contra la tentación de ayunar buscando el propio interés, haciendo oír nuestras voces.

El ayuno que Dios quiere es romper las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, dar pan a hambriento, no cerrarte a tu propia carne.

Es un mensaje que nos zarandea y nos cuestiona en lo más profundo de nuestro ser. Podemos hacernos algunas preguntas en el silencio del trato con Dios para encontrar la respuesta adecuada:

  1. ¿Cuál es el juicio que hago sobre las personas, sus cualidades o defectos, sus actuaciones…?
  2. ¿Comparto mi tiempo y mis posibilidades con los que me necesitan, o más bien me mido y me ahorro en un egoísmo esterilizante?
  3. ¿Ayudo a los demás para romper las ataduras que oprimen o agobian como por ejemplo: el paro, la impureza, el orgullo, la desorganización personal, la falta de ideal, la soledad, la enfermedad…?

Podríamos hacernos muchas más, pero de lo que se trata es de que éstas nos lleguen al fondo del corazón. Si clamamos al Señor, Él nos responderá y nos dirá en todas las situaciones: „Aquí estoy‟.

Esto lo sabemos porque tal como nos dice el Salmo 50, “Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias”

Sabemos muy bien por experiencia que Dios está siempre al lado del hombre, que no le abandona en sus necesidades, del tipo que sean. Lo nuestro es clamar y pedir con insistencia y, sobre todo, con confianza.

Que nuestro corazón vaya moldeándose con el de Jesús. Esta es la mejor conversión y también la mejor y más eficaz forma de ayudar a nuestros hermanos.

Acabamos poniendo en manos de María los anhelos de santidad que siempre se encienden en una oración bien hecha. Que Ella nos acompañe en este camino que no es fácil, pero para el que contamos con la gracia de Dios en abundancia.

Corazón de Jesús: ¡Haz nuestro corazón semejante el Tuyo!

18/02/2010, Jueves después de ceniza

Lectura del libro del Deuteronomio (30, 15-20)

Moisés habló al pueblo, diciendo: -«Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a el, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.»

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,22-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y, dirigiéndose a todos, dijo: -«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»

Puntos para la oración 18 de febrero 2010

Acabamos de empezar el tiempo fuerte de Cuaresma que la Iglesia nos ofrece para prepararnos a vivir con mayor intensidad; se nos dice que estos días de Cuaresma son días especiales de gracias de conversión.

Para que estos días podamos acoger esas gracias necesitamos prepararnos como nos preparamos para vivir todo acontecimiento importante en nuestra vida, disponernos para que fructifiquen en nosotros las gracias que el Señor y su Madre nos quieren conceder y así llegar al Triduo Santo en el que celebraremos la Pasión, Muerte y Resurrección del Jesús.

La experiencia nos enseñas que toda obra buena cuesta trabajo. Es difícil encontrar una razón, pero es así. Todo progreso de la humanidad es al precio de grandes sufrimientos y trabajos. Para Cristo como hombre ha sido igual.

Hoy en el evangelio Jesús nos dice: “el que quiera seguirme, que se niegue así mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo”. Es el programa que nos ofrece para caminar con Él hasta el Calvario que nos llevará a la Resurrección.

Sólo llega a la cima de la montaña quien no se cansa de estar intentándolo cada día, quien no ha perdido la confianza en Aquel que nos ha propuesto que le sigamos “para que quien le siga en la pena, también le siga en la gloria” (san Ignacio).

Cada día nos toca afrontar miles de dificultades en el seguimiento de Jesús y encontraremos muchos obstáculos. Se dice que la paciencia es la virtud de los santos y la que nos reconcilia con el mal que no podemos impedir. “Por nuestra paciencia salvaremos nuestras almas”.

Pero nosotros los creyentes en Dios tenemos una doble ayuda: la promesa de que Dios no nos impondrá una cruz más pesada de lo que podamos soportar y la promesa de que, en las dificultades, Dios nos da una ayuda especial.

En ese seguimiento que Jesús nos presenta nos ocurrirá lo que se narra en la vida de san Wenceslao, que descalzo, llevaba limosna a los pobres. El paje que le seguía se quejaba del frio y entonces el santo le dijo que pusiera los pies en sus huellas y ocurrió el milagro: los pies del paje se calentaron.

El seguimiento de Cristo aligera el peso de las dificultades, incluso los sufrimientos del martirio y ayuda a entender el sentido positivo del sufrimiento llevando la cruz junto al Salvador del mundo, pues no es pesada la cruz que Dios nos manda, sino la que nos preparamos nosotros solos.

Santa María, ponnos junto a tu Hijo para vivir esta Cuaresma y así llegar a la cima del Calvario y después a la mañana de la Resurrección.

17/02/2010, Miércoles de Ceniza

Lectura de la profecía de Joel (2, 12-18)

"Ahora -oráculo del Señor convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: -«Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17)
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 20-6,2)

Hermanos. Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 1-6.16-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»

Puntos para la oración 17 febrero 2010

En un día tan señalado que es muy fácil que encontremos recursos para nuestra oración más que suficientes pues el tiempo que comenzamos, tiempo fuerte de oración, ayuno y limosna nos lo recomienda la Iglesia y por ello nos invita a empezar con nervio.

Poniéndonos en la presencia de Dios: Con la oración preparatoria que nos recomendaba Fernando Martín para todos los días, este año:

“Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean orientadas en servicio y alabanza de vuestra divina Majestad”. O bien: “Tomad y recibid…” Para en todo amar y servir”. Pidamos la gracia de conocer y distinguir las varias mociones que en el ánima se causan, las buenas para aprovechar y las malas para lanzar, como dice san Ignacio, o como dice en otra regla de discreción de espíritus: “Conocimiento de los engaños y astucias del enemigo para de ellos me guardar y de las gracias del bueno para de ellas me aprovechar.

Hoy coincide el Miércoles de Ceniza con el cumpleaños de Abe.

Nuestra oración no necesita muchas ideas, la “Espiritualidad del subir bajando” la llevamos en las entrañas y el último número de la revista “Estar” tenemos un formidable repaso y recuerdo. Pidamos la gracia de entrar por este camino que Abe sintió que se le concedía para él – como estamos palpando sobre todo los que le acompañamos más de cerca- y toda la Institución.

También la liturgia de este día nos llama a la CONVERSIÓN:

“Convertíos y creed en el Evangelio”

“Señor, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas”.
“Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, mantennos en espíritu de conversión, ayúdanos en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.”

Dos cosas debemos tener en cuenta: 1º Que el demonio existe y 2º Que me tienta. Pues si lo hizo con Jesús como vamos a ver en el primer domingo de Cuaresma que es lanzado al desierto para ser tentado. Está muy interesado en que no llegues a ser. Dice San Agustín “¿Qué llegará a ser el hombre por que Dios se hizo hombre?”. No cesa se ensaña a las claras, arma asechanzas, “como león rugiente anda buscando a quien devorar”. Lo peor es creer que no soy constantemente tentado y busca mi punto flaco para hacer boquete”: La queja, la desgana, el desaliento, falta de iniciativa, negligencia, el desorden, no cumplir con el deber, la puntualidad, el horario, la relajación,…

San Juan de la Cruz habla de dos formas de vencer la tentación:

I. Una la más común y menos perfecta, es vencer el vicio con la virtud que contrasta con el vicio pecado o tentación. Un ejemplo: Impaciencia se vence mirando al Señor en su Pasión. De esta manera luchando contra el defecto, engendra la virtud. Es un modo de resistir pero dificultoso y menos perfecto.

II. Otro más fácil y provechoso consiste en cuando sentimos algún vicio como lujuria, ira, impaciencia, venganza, no resistir con acto de virtud contraria, sino con un acto de movimiento de amor anagógico contra tal vicio, levantando nuestro afecto hacia Dios; la unión con ÉL es como el alma se levanta de allí y se presenta a su Dios y se une a Él, queda el vicio y el enemigo defraudado y no haya a quien herir.

Apliquemos las reglas de discernimiento de espíritu pidamos luz al Espíritu Santo y fuerza a nuestra madre la Virgen Santa María y se estará realizando el milagro de nuestra conversión constantemente. Si nos damos cuenta, la pondremos por obra.

16/02/2010, Martes de la 6ª semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 12-18)

Queridos hermanos: Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.

Salmo responsorial (Sal 93)
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.

Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros. R.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. R.

Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 14-21)

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían mas que un pan en la barca. Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.» Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.» Dándose cuenta, les dijo Jesús: -«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?» Ellos contestaron: -«Doce.» -«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?» Le respondieron: -«Siete.» Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

Puntos para la oración 16 febrero 2010

Una petición. Comenzamos pidiéndole al Señor que prepare ya nuestro corazón a la Cuaresma que comenzaremos el miércoles, rechazando el pecado con toda nuestra fuerza y confiando en Él en la prueba.

Meditamos en la escritura. Las lecturas de hoy nos hablan de la prueba y de la tentación. Santiago nos escribirá en la primera lectura

- Dichoso el hombre que soporta la prueba,
- Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; (…)
- A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte.

Y el salmo nos dirá:

- Dichoso el hombre a quien tú educas,
- Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene;
- Cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.

Y es que, si la tentación y las pruebas son una verdad en nuestra vida, la presencia y la cercanía del Señor lo son todavía mucho más.

Pero ¡cuántas veces no desconfiamos de su providencia! Me parece que algo de esto hay en el reproche que Jesús les hace a los discípulos en el Evangelio. Efectivamente ellos habían visto el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Y todavía parecen desconfiar de la providencia de Dios y del poder de Jesús.

¿No me pasará algo así a mí también? ¿Cómo me veo en las tentaciones y en las pruebas? ¿Recurro a su ayuda o intento salir por mi propia fuerza? ¿Confío en él?

Oramos: Actualizamos los momentos de dificultades que estamos pasando. Las ponemos delante del Señor, que navega con nosotros en la barca. Y se las vamos presentando. Mis estudios, mis miedos al futuro, mis remordimientos por cosas hechas, mis broncas, mis fracasos… Y repito con el salmo:

- Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene

Señor, conoces mi fragilidad. Pero, precisamente porque soy pequeño sé que no puedo poner mi confianza en mis fortalezas sino en tu Fortaleza, en ti. Señor, confío en ti. Sé que me sostendrás en mi camino, y que si caigo, me levantarás.

Porque, Jesús, tú vas en mi barca.

A veces, soy torpe y me cuesta reconocer tu presencia y tu acción. Pero, hoy no me cabe duda. Tú estás conmigo y no tengo nada que temer.

15/02/2010, Lunes de la 6ª semana de Tiempo Ordinario.

Comienzo de la carta del apóstol Santiago 1, 1 -11

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas. Hermanos míos, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de sabiduría, que se la pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se la dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, porque quien titubea se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no se piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo. El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor, y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.

Salmo responsorial Sal 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76
R. Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.

Antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa. R.

Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. R.

Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. R.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: -«¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.» Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Puntos para la oración 15 febrero 2010

Comenzamos la oración poniéndonos en manos de Dios Padre con la confianza de un niño. Dejamos que el Espíritu Santo ore en nosotros con sus gemidos inefables: ¡Abba, Padre! Llamamos a María con la palabra aramea con que se dirigía a Ella: ¡Imma, Madre! Nos disponemos a escuchar su Palabra que es siempre una palabra que da Vida.

Puntos de oración

“Le pidieron un signo del cielo”. La petición de los fariseos descorazona a Jesús. Aquellos hombres están ante el gran signo que el Padre ha enviado: su propio Hijo, hecho carne, cuyas palabras y obras dan testimonio de la misericordia del Padre de los cielos. Pero sus ojos no lo reconocen, quieren algo espectacular. No están dispuestos a aceptar que Dios se haya hecho cercano, sencillo, caminante al compás de los hijos de los hombres. Les escandaliza la encarnación.

Me sitúo entre aquellos hombres de corazón endurecido y exigente con Dios: yo también tengo mucho de ello. Le pido al Señor más pruebas de su amor, que haga lo que yo quiero. Y el Señor me dice: “Me tienes a Mí: por ti he bajado del cielo a la tierra, por ti me he cansado, por ti he sufrido la cruz…”. Le doy gracias por ser la señal, la prueba fehaciente de que Dios ama a la humanidad.

Jesús, en lugar de elegir la espectacularidad, el mostrar su poder para salvarnos, elige el camino de la cruz y del sufrimiento. Aceptar un Dios crucificado exige la conversión del corazón, pero es el camino del amor que desciende al abismo de dolor de la humanidad para sanarlo con su presencia y llevarlo a la pascua de resurrección.
“Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia”: el apóstol Santiago nos invita a no ceder en los momentos de prueba sino a ver la cruz como una posibilidad de crecer en la confianza en Dios, de madurar en el amor. La constancia en el amor, la fidelidad en las horas bajas perfecciona y fortalece el corazón del hombre. Pero sólo unidos a Cristo podemos hacer la experiencia del paso de la cruz a la resurrección.

“Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir”. Esta confesión humilde del orante del salmo nos ayuda a reconocer que ciertas pruebas nos han hecho un gran bien, pues Dios Padre nos guía y educa en la vida para que pongamos el corazón sólo en él.

Tenemos cerca de nosotros un signo que Dios nos ha dado y que nos recuerda el camino del propio Jesús: me refiero a Abelardo de Armas, cuyo 80 cumpleaños celebraremos el día 17 de este mes. Su vida es un signo para nosotros de cómo hay que entregar la vida hasta desprenderse de todo. En sus manos vacías sólo hay una riqueza: el amor de Dios que ha predicado con su palabra y dedicación a los jóvenes, a los cruzados y a los militantes de Santa María. Es un signo de humildad, de desprendimiento de todo lo que no es Dios, para poseer sólo a Dios. Haremos muy bien en acoger este signo en nuestras vidas para llegar no solo a hacer la voluntad de Dios, sino para ser, como él decía, voluntad de Dios, de tanta identificación con el Amado de nuestras vidas

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