Hoy, 10 de noviembre, sábado, nos acercamos a hacer un rato tranquilo de oración con el Señor acompañados de su Madre de una forma especial.
- · El evangelio es una llamada a la sencillez, y al buen hacer en las cosas pequeñas: “El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar”.
Hacer las cosas sabiendo que Dios nos ve, que nos acompaña en nuestro camino, que así, en lo ordinario de cada día, es como nos santificamos. Dios nos conoce por dentro, mejor que nosotros mismos, y nos inspira continuamente de muchas maneras, animándonos a poner amor en todo lo que hacemos. Así nuestras obras adquieren verdadera importancia ante Dios. - · No pretender hacer las cosas para que me vean, para quedar bien, para presumir, para “fardar”, para no quedar mal, … Jesús nos diría lo mismo que a los fariseos: la arrogancia con los hombres Dios la detesta.
Pedir a María no caer en el fariseísmo, en el querer aparentar delante de los hombres, el no poner la mirada en lo esencial, en lo verdaderamente importante. - · Cuántas luces nos deslumbran hoy en día, llevándonos por caminos que no son los que Dios quiere. Pidamos fuerza a María para dejarnos llevar por el amor de Cristo, como San Pablo.
“Todo lo puedo en Aquel que me conforta”
Repetirnos hoy continuamente esta frase por donde quiera que vayamos. Que de ella saquemos fuerza para participar con ilusión y alegría en las actividades apostólicas de este fin de semana, sabiendo eso que san Pablo tenía tan claro: “No soy yo, es Cristo quien vive en mi”. - · Él me conforta, me alienta, vive en mí, me conoce por dentro. No querer separarnos de este Cristo que es el único capaz de llenar nuestros corazones. Repetirle, para terminar la oración, esa frase de san Pedro:
“¿Dónde iremos, Señor? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”.
