6 noviembre 2012. Martes de la XXXI semana de Tiempo Ordinario

  • Los judíos tenían sus propias narraciones de cara a la venida del Mesías y lo que ocurriría cuando esto sucediera.
    • Dentro de esta realidad profética y misteriosa, estaba la idea de un gran banquete.
    • En Palestina, cuando se tenía una fiesta, un festejo importante, se fijaba la fecha con bastante antelación y se cursaban las invitaciones respectivas, para poder saber si se aceptaba o no la invitación. Se consideraba un agravio el hecho de haber aceptado y luego no asistir.
    • En este banquete estaba pensando el que dijo: "¡Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios...!"
    • Es de creer que estaba pensando sólo.., en los buenos judíos, porque los gentiles y los pecadores no tendrían parte en esta fiesta de Dios.
    • Quizás por todo ello contó Jesús la parábola, que en este día nos presenta la Iglesia en la liturgia.
  • Una parábola que nos toca a todos, judíos y no judíos.., creyentes y no creyentes... Los invitados presentan excusas y razones que no son en nada diferentes a las que podemos poner hoy. Examinémonos...
  • El primer invitado dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo..."
    • Esto es lo que nos sucede cuando dejamos que los negocios temporales usurpen los derechos del Señor...
  • El segundo invitado dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas..."
    • Esto es lo que nos sucede ante esas ayudas, que nos parecen imprescindibles, y que toman la prioridad en nuestra vida ordinaria...
  • El tercer invitado dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir..."
    • Una de las prescripciones más humanitarias que encontramos en el Antiguo Testamento era esta: "Si uno es recién casado, no está obligado al servicio militar ni a otros trabajos públicos; quedará libre en su casa durante un año, para disfrutar de la mujer con quien se ha casado." (Deut.24,5).
    • Sin duda, era esa ley, la que se aplicaba este invitado...
    • Una de las tristes realidades de esta vida, es que la bondad y la magnificencia de la misma,nos hace olvidar al Creador y Señor de la misma...
  • Negocios temporales.., ayudas imprescindibles.., derechos adquiridos.., pueden separarnos e impedirnos gozar de la fiesta de la vida y del banquete del reino... El cristiano tiene que hacer compatible las realidades temporales y los bienes eternos...
  • Pidamos para que no nos veamos fuera del banquete del Reino, en el tiempo y en la eternidad...

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