19 noviembre 2012. Lunes de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nos ponemos en la presencia de Dios antes de comenzar nuestra oración de hoy y para ello vamos a utilizar hoy el texto de la primera lectura.

El texto del libro del Apocalipsis parece como si estuviera dirigido especialmente a los militantes y a todos los que desempeñan una labor apostólica en nuestro mundo actual. Hacer hoy apostolado, dedicarse a la extensión del Evangelio es complicado y por eso hay tan poca gente que quiera seguir este camino. Hace unos años bastantes empezaban y se cansaban; hoy es difícil conseguir que alguien quiera hacerse cargo de esta misión. Pero estos puntos de oración están dirigidos a militantes y a personas que sí que quieren hacer algo por Cristo.

Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga”

Si escuchas estas palabras como salidas de la boca de Cristo, cobran un sentido de agradecimiento que nos colma de alegría: es cierto que hoy muchos hombres, mujeres y jóvenes dedicamos nuestra vida a la extensión del Evangelio y por ello tenemos mucho que sufrir; estoy seguro que Jesús lo tiene en cuenta. Pero el texto sagrado añade:

pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero”

La rutina en muchos casos juega un papel importante en nuestra vida y convierte algo que nos entusiasma en algo que nos cansa y nos cuesta llevarlo a cabo. Esto que sucede muchas veces en la relación entre dos esposos, también sucede en la vida espiritual y en la relación con Jesús. Todos recordamos el entusiasmo de los principios y echamos de menos ese primer amor; Él, Jesús, también lo echa de menos. La oración de hoy tiene como objetivo renovar ese primer amor, ese primer entusiasmo.

Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes”.

Es imposible imaginarse que la rutina invada el corazón de Dios; Jesús en el sagrario no se mueve llevado por la rutina: su amor es fresco y siempre lleno de entusiasmo. Busca para tu oración esas palabras y esos gestos que seduzcan el corazón de Dios; y, lo más importante, mira cómo llevar ese mismo entusiasmo a todas las acciones de tu vida. Consigue que el primer amor guíe todas tus acciones y actividades. Mira con verdadero entusiasmo cada momento de tu vida.

Se lo pedimos a la Madre, que Ella sí que fue capaz de vivir entusiasmada y avivar continuamente el primer amor: fue capaz de vivir siempre el fuego que sintió el día de la Anunciación de ángel.

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