16 abril 2017. Domingo de Resurrección – Puntos de oración

En el librito de meditaciones de Abelardo de Armas sobre el Tiempo Pascual, leemos en la primera meditación:
¡Cristo ha resucitado! Busquémosle. No buscarnos a nosotros mismos, sino buscar a Jesús. Dice san Juan de Ávila: «No te busques a ti mismo. Porque si te buscas a ti mismo, no te encontrarás; y menos encontrarás a Dios, que es lo que realmente buscas». El hombre lo que realmente busca es a Dios; estamos sedientos de Dios, nostálgicos de Dios, huérfanos de Dios, peregrinos de Dios. Buscamos a Dios. No te busques a ti mismo. Olvídate de todo, abandona el pasado en la misericordia, vive en sencillez. Sigue diciendo san Juan de Ávila: «Busca a Dios y lo encontrarás, pues Él enseguida se hace encontradizo. Y de paso te encontrarás a ti, cosa que no buscabas». En Él encuentras todo; todo viene por añadidura.
Si hemos resucitado, busquemos las cosas de arriba porque la resurrección es el abrazo de amor, vivificante y divinizador, del Padre a Jesús en el Espíritu. Abraza la humanidad de su Hijo encarnado, crucificado, muerto y resucitado.
Busquémosle porque la resurrección es la divinización señorial, salvífica y vivificante de su humanidad y la nuestra.
Busquémosle porque la humanidad divinizada de Jesús es fuente de vida para los hombres. Esto es lo que distingue a Jesús de los demás resucitados. Sólo Jesús es el salvador, la fuente de vida para todos.
Busquémosle porque la resurrección es volver a vivir. Jesús vuelve a vivir en la integridad de su humanidad: el cuerpo y el alma se unen en identidad de persona. Ha llegado a la plenitud de la humanidad.
Busquémosle porque Cristo ha vencido a la muerte y tiene ahora una vida victoriosa, una vida divina gloriosa, ya que toda la humanidad de Jesús participa de la vida y gloria de Dios.

Sí, si hemos resucitado con Cristo: ¡Busquémosle!

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