En estos días de Pascua todas las
lecturas de la Palabra de Dios parece que tienen un sabor nuevo, una frescura
distinta. Nos hablan de vida, de renovación, de gracia, de acción de gracias.
Incluso la primera lectura, que nos habla largamente de nuestro pecado,
apostilla: “la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado”. Y más
adelante: “nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia”. Y es
que la resurrección de Cristo ha cambiado por completo el color de las cosas.
Yo sigo siendo un pecador, mi miseria sigue ahí, pero su misericordia ha cambiado
todo. “No está siempre acusando”, nos dirá el salmo, “ni guarda rencor
perpetuo”. “Porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro”.
Es verdad que seguimos siendo barro, pero barro que ha sido purificado,
redimido, consagrado. Redimido porque ha sido uno de los nuestros, el Hijo del
Hombre, el que ha redimido la culpa. Y esto, concluye el salmo, ha sido para
siempre. Y que sea para siempre quiere decir que no depende de nosotros, de que
nos lo merezcamos o no, no tiene fecha de caducidad.
Y el Evangelio nos dice: “Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo
sobre vosotros…” “Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Hace poco leí
que el yugo del Señor es como el brazo que pasa el novio sobre el hombro de la
novia cuando van paseando. ¡Así de pesado es el yugo del Señor! Más que una
carga es un apoyo, un abrazo que equilibra y acompaña en el caminar. Por eso,
aunque uno esté cansado y agobiado, más que una carga es un alivio.
Por último, y en relación con la
vivencia de estos días de Pascua, quería recordar unas palabras que dirigió el
Papa Francisco a los jóvenes en 2013: “Llevad adelante esta certeza: el Señor
está vivo y camina junto a nosotros en la vida”. Tenemos la certeza de que el
Señor está vivo y, además, de que camina junto a nosotros. No es que mi vida
sea distinta, pero ahora la recorro acompañado del Señor resucitado; que sabe
de mis cansancios, de mis temores, de mis sufrimientos y alegrías. Y esto no
cambia las cosas, pero sí el sentido de las cosas. Además, el Papa nos pide
llevar adelante esta certeza, y llevar adelante significa vivir a partir de
esta certeza.
Estas cosas, dice el Señor, que el
Padre se las ha revelado a los pequeños, porque así le “ha parecido bien”.
Pidámosle a Santa Catalina de Siena, hoy que es su día, que nos lo alcance.