29 abril 2017. Sábado de la II semana de Pascua – Santa Catalina de Siena – Puntos de oración

En estos días de Pascua todas las lecturas de la Palabra de Dios parece que tienen un sabor nuevo, una frescura distinta. Nos hablan de vida, de renovación, de gracia, de acción de gracias. Incluso la primera lectura, que nos habla largamente de nuestro pecado, apostilla: “la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado”. Y más adelante: “nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia”. Y es que la resurrección de Cristo ha cambiado por completo el color de las cosas. Yo sigo siendo un pecador, mi miseria sigue ahí, pero su misericordia ha cambiado todo. “No está siempre acusando”, nos dirá el salmo, “ni guarda rencor perpetuo”. “Porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro”. Es verdad que seguimos siendo barro, pero barro que ha sido purificado, redimido, consagrado. Redimido porque ha sido uno de los nuestros, el Hijo del Hombre, el que ha redimido la culpa. Y esto, concluye el salmo, ha sido para siempre. Y que sea para siempre quiere decir que no depende de nosotros, de que nos lo merezcamos o no, no tiene fecha de caducidad.
Y el Evangelio nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros…” “Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Hace poco leí que el yugo del Señor es como el brazo que pasa el novio sobre el hombro de la novia cuando van paseando. ¡Así de pesado es el yugo del Señor! Más que una carga es un apoyo, un abrazo que equilibra y acompaña en el caminar. Por eso, aunque uno esté cansado y agobiado, más que una carga es un alivio.
Por último, y en relación con la vivencia de estos días de Pascua, quería recordar unas palabras que dirigió el Papa Francisco a los jóvenes en 2013: “Llevad adelante esta certeza: el Señor está vivo y camina junto a nosotros en la vida”. Tenemos la certeza de que el Señor está vivo y, además, de que camina junto a nosotros. No es que mi vida sea distinta, pero ahora la recorro acompañado del Señor resucitado; que sabe de mis cansancios, de mis temores, de mis sufrimientos y alegrías. Y esto no cambia las cosas, pero sí el sentido de las cosas. Además, el Papa nos pide llevar adelante esta certeza, y llevar adelante significa vivir a partir de esta certeza.

Estas cosas, dice el Señor, que el Padre se las ha revelado a los pequeños, porque así le “ha parecido bien”. Pidámosle a Santa Catalina de Siena, hoy que es su día, que nos lo alcance.

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